- Fue galardonado con distintos reconocimientos, entre ellos, el Premio de Ciencias y Artes 2013 en el campo de lingüística y literatura
- Lamentan su deceso el Presidente Enrique Peña Nieto y el titular del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa
El poeta, diplomático y académico Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, Jalisco, 11 de febrero, 1934), falleció este viernes 25 de septiembre en la Ciudad de México, a la edad de 81 años.
“Lamento el deceso de Hugo Gutiérrez Vega, poeta, diplomático e intelectual excepcional. Las letras están de luto”, escribió en su cuenta de Twitter el Presidente Enrique Peña Nieto.
Por su parte, el titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa expresó a través del mismo medio: “Con pesar me uno a la pena de la comunidad cultural de México por el deceso de Hugo Gutiérrez Vega”
Con una obra poética que comprende una treintena de libros, Hugo Gutiérrez Vega fue un protagonista en la difusión de las letras, las artes y el teatro; fue uno de los poetas más destacados de México, para él todo era poetizable, como la lectura, cualquier acontecimiento, una noticia tomada del periódico o escuchada por radio o televisión, dependía de la forma o del ángulo desde el que se conciben las cosas. Celebraba su cumpleaños el 11 de febrero.
Además de traductor, diplomático y difusor cultural, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y creador Émerito del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca.
La poesía lo iluminó desde muy joven, solía señalar: “La poesía es música, aún la prosa poética aparentemente más árida es canto. Es difícil entender cómo las personas pueden vivir sin poesía, ya que la considero un artículo de primera necesidad, que ilumina y ayuda no sólo a vivir, sino también a morir”.
El periodista fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013 en el campo de lingüística y literatura, por su trayectoria lúcida y sensible en la poesía, el ensayo y la expresión oral. Fue doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro, director de la Casa del Lago, así como actor y director de teatro egresado del Actors Studio de Nueva York, asimismo, se desempeñó en importantes cargos en distintas instituciones universitarias y organismos dedicados a la difusión cultural.
Desde muy pequeño le interesaron aspectos relacionados con la literatura, el teatro, los viajes. “Era un chiquillo bastante imaginativo porque era un chiquillo solitario. Mi madre murió cuando yo tenía tres años y me fui a vivir con mi abuela. Soy como dicen en Jalisco criado de abuela, en la compañía amable, cariñosa, y un poco irónica de la abuela, pero en la soledad, una soledad que llenaba leyendo cuentos de hadas, libros de viajes, 30 o 40 libros que contenían todo.
“Entonces pensé que me interesaba todo y me pregunté cómo le iba a hacer si me interesaba todo. Pues bueno, voy a ser aprendiz de todo y maestro de nada, de esa manera he picado por aquí, por allá y he hecho un poco de la poesía, un poco de teatro, un poco de literatura, un poco de periodismo, con la diplomacia, y no soy maestro de nada. Sigo siendo aprendiz y lo seguiré siendo hasta que me vaya”.
El premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1975) puso en primer lugar de sus profesiones a la poesía, después al periodismo y al teatro (juntos los dos), seguidos por la diplomacia desenvolviéndose como miembro del servicio exterior mexicano, representando durante treinta y tres años a México como agregado cultural y cónsul general en países como Estados Unidos, España, Italia, Brasil, Rumania, Líbano, Chipre, Moldova y Puerto Rico; y como embajador de México ante Grecia (1987-1994).
Respecto al derecho se decía un enamorado, porque es una de las cosas más bellas del mundo por ello le daba coraje “verlo tan torcido, tan corrupto y tan contaminado”.
Hugo Gutiérrez Vega leyó infatigablemente a Federico García Lorca, fue su primera lectura disciplinada; escribió su primer libro a los 31 años de edad (1965), en Buenos Aires, Argentina, editado en la colección Poetas de ayer y hoy con el prólogo de Rafael Alberti, después estuvo en Italia como consejero cultural, posteriormente fungió dos años como rector de la Universidad de Querétaro, “hasta que me corrieron, era demasiado moderno para una sociedad tan conservadora como la de Querétaro”, recordó en una de las entrevistas otorgadas al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
En años posteriores continúo escribiendo para llegar a ser autor de 40 libros, la mayoría de poesía, pero también de ensayos, ensayo sobre teatro, ensayo sobre cine, ensayo literario, y trabajo periodístico.
A sus 80 años, su trabajo fundamental fue el periodístico en el suplemento La Jornada Semanal, asistir a las sesiones de la Academia Mexicana de la Lengua a cumplir sus obligaciones de académico, y de vez en cuando ir a Guadalajara a la cátedra que lleva su nombre.
Para Hugo Gutiérrez Vega la poesía es un trabajo de condensación que exige una capacidad emocional y de reflexión un poco mayor. “Parte de los editores se han dedicado a la novela que es de lectura más fácil; Octavio Paz tenía razón cuando decía que la poesía en la actualidad es un acto en la catacumba, pero hay excepciones”.
Una vida llena de reconocimientos
Hugo Gutiérrez Vega fue galardonado con el Premio de Letras (Jalisco, 1994), el Premio Nacional de Periodismo en Difusión Cultural (1999), el Premio Iberoamericano de Poesía “Ramón López Velarde” (2001), el Premio de Poesía Xavier Villaurrutia (2002), la Medalla de Oro de Bellas Artes (2004) y los doctorados Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Querétaro, de la Universidad de Guadalajara, siendo el que más “atesoró” el otorgado por la Secretaría de Educación Pública, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013.
“Es el más importante de mi vida porque es un reconocimiento nacional. No sé si mi ayude a vender mis libros, los libros de poesía ni se venden, no hay que ser optimistas en ese sentido, sino porque da satisfacción ya en el otoño del cuerpo”, expresó en vida el autor de Por favor su currículum (1986).
Otro de los reconocimientos a los que le tuvo mucho cariño fue a un recomendatore de la República Italiana, una orden del Fénix de la república griega. “Realmente guardo esos diplomas y los guardo con mucho gusto, así como el académico de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Todos los premios llegaron de mano de mi trabajo, el primero que realmente me encantó es el Nacional de poesía de Aguascalientes que en aquella época era un premio muy importante. Los premios hacen la función hacer que uno se sienta bien”.
A Hugo Gutiérrez Vega la poesía le permitió tomar el pulso de su vida, e indicó que sus libros son testigos de las distintas etapas de su vida; pues en cada país en los que vivió escribió alguna obra: un libro en Roma, dos en Londres, uno en Washington, uno en Brasil, varios en España, Grecia, y México.
Gutiérrez Vega no podía pasar un día sin ver una película, gustaba de escuchar música barroca, jazz, boleros, blues y disfrutaba mucho del comer.
Con 81 años de edad se mantuvo activo con la realización de su artículo Bazar de Asombros para el suplemento de La Jornada.
Quien fuera colaborador de Cuadernos Hispanoamericanos, Nexos, Revista Universidad de México, Siempre! y Vuelta, se definía como un proyecto de escritor que intento vivir sin hacer daño, tratando de dejar el mundo un poco mejor que como lo encontró; sobre la muerte decía: “lo que duele es la muerte de los otros, la muerte particular uno ni la siente”.
La obra poética de Hugo Gutiérrez Vega ha sido traducida al inglés, francés, italiano, ruso, rumano, portugués y griego; su primer poemario fue Buscado amor (1965); seguido de Desde Inglaterra (1971), Resistencia de particulares y Samarcanda y otros poemas (1972), Cuando el placer termine y Cantos de Plascencia (1977), Poemas para el perro de la carnicería y algunos homenajes (1979), Meridiano 8-0 (1982), Cantos de Tomelloso y otros poemas (1984),Georgetown blues y otros poemas (1985) y Por favor su currículum (1986).
En sus publicaciones antológicas están: Las peregrinaciones del deseo (1987), que reúne más de dieciocho libros de poesía desde 1966 a 1985; Nuevas peregrinaciones (1994) en donde se incluyen los que ha dedicado a Grecia: Los soles griegos (1990), El nombre oculto de Grecia(edición bilingüe en la Editorial Nuevos frutos, Atenas 1991), Cantos del Despotado de Morea(1993) y Una estación en Amorgós (1997).
En Bazar de asombros (Tomos I y II, 2000 y 2001, respectivamente) se reúne su extensa obra en prosa fundamentalmente conformada por ensayos de crítica literaria, conferencias, memorias y crónicas periodísticas.
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