miércoles, 30 de septiembre de 2015

MAGDALENA, José Alberto Marsilli (Chajarí, Argentina)

  Magdalena
José Alberto Marsilli 
Entrega su cuerpo
como si entregara
sus despojos.
¿Alguna vez fue distinto?
No recuerda.
Pese a todo en el frío
que es un reparo
entrega su vientre.
Su boca resiste otras bocas.
¿Alguna vez hubo un tiempo?
La respuesta escarba su cabeza
todo pierde sentido
solo espera el alba.
…………………………………..

Lujuriosos señoritos
hicieron uso de ella.
Jovencitos de apellidos,
malcriados, consentidos,
también vagos malolientes.
¡Todos cargan buen dinero!
¡Todos cargan malos vicios!
Desnuda sobre su cama
fue vestida de deseos.
Se apropiaron de su cuerpo
y abusaron… abusaron.
No recuerdo su último orgasmo
solo finge el flash final.
Es un engaño ser feliz.
Simular caricias, besos,
esténtores, es fácil.
El rouge se dispersa,
la lengua sangra
herida…lastimada.
……………………………………
Nadie le dijo que es absurdo
comerciar la entrepierna
abrirla con desgano
a desgano menear el vientre.
Siente volcarse dentro de él
un río violento, caliente,
y en sus oídos susurros guturales.
Aparenta gemidos doloridos
como perros en celos,
más no puede ocultar su vergüenza
y esconde entre sus manos
el salitre que corre por su cara.
……………………………………
A medida que pasa el tiempo
va perdiendo su sonrisa.
Duda si creer en Dios
y reza mirando el techo.
Espera una caricia
que la devuelva intacta.
Es tan difícil el intento
de ser al menos un día feliz
como apagar un volcán
con un soplo.
Con acidez nocturna
perdió la ingenuidad.
La cuna que la protegía
la entregó a una cama
que navega sacrílega
sobre olas de barro.
Espera el perdón
que recibió Magdalena
y no la condena de Salomé.
Sus cutículas ocultan
los fantasmas de la noche,
sus uñas el filo de navajas,
y unas ganas de vomitar
sobre su patética sombra.
………………………………...
El amanecer pegó en su espalda
colmada de huellas digitales
igual que lomo de baraja.
Piensa que durmiendo
un par de horas
quitará ese hedor
de cuerpos ajenos
que no ha quitado el agua.
……………………………….
Cuando llega a su calle
debe pagar el diezmo
a un pibe que exhala mierda
y aspira paco.
Profesión peligrosa
y antigua la suya.
Del pecado infame
vuelve absuelta.
Abre la puerta con cuidado,
se mira al espejo
igual que todas las mañanas.
………………………….

Luego sueña cuando niña
soñaba ser princesa
de un reino imaginario.
En su casi adolescencia
la daga del destino
mutiló su fantasía.
La realidad hizo el resto.
Suele despertarse
dando gracias a Dios,
por estar sola.
Tal vez un día de estos
se decida y acabe con todo.

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