ORGÍA
Se arrastraba lenta, la luz del día,
por montículos nocturnos alzados;
levantó brazos la densa neblina,
el sol en febril adiós, rompió en llanto.
El grito estrepitoso del relámpago,
conminó a los cuajarones de fango,
discurrirse en acequias y letrinas,
dejando débiles huellas de barro.
Y solia noche se desplegó en manto,
desfilando desnuda y muy erguida;
los bribones en hurto asolapado,
violaban a doncellas en garitas.
Un cuervo flojo, en escombros cansado,
bostezó aburrido de franca orgía;
y, con insular gesto de abrumado,
picó los párpados del nuevo día.
Beatriz Vicentelo 11 set. 2015
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