Derrumbe. Fotos: Francisco Toledano, de la serie Terremoto
Espectadores frente a la sociedad del desastre
Ensayos iconográficos de aquellos días de tragedia
El terremoto de 1985, arte, memoria y olvido*
Ignacio Padilla
Con una serie de ocho fotografías intituladaTerremoto, un muy joven [Sergio] Toledano había ganado la Bienal de Fotografía de 1986. Sus méritos habían sido rigurosamente artísticos, los mismos que volverían a ser reconocidos por la crítica veinte años más tarde. En este sentido, el crítico César Vera señaló atinadamente que, si bien muchas de las fotografías del temblor siguieron cumpliendo con el principio de representación parcial de la realidad, era posible identificar algunas con gran creatividad y profesionalismo artístico. Tal sería el caso de Toledano, cuyas imágenes “transmiten una vivencia subjetiva, poética, imágenes que estaban lejos de representar una realidad otra que la más intima”. Pocos textos puedo citar en esta obra que indiquen con mayor claridad la distinción en la que he querido sustentar mis ideas: lo que Vera reconoce en las fantasmales imágenes de policías y bomberos capturadas o recreadas por Toledano es lo mismo que otros habrían reconocido antes en el obrero muerto de Álvarez Bravo o en los siniestros de Enrique Metinides. La artificialidad y la irrealidad de esas imágenes –atributos difícilmente aceptables en el periodismo gráfico– les permiten irónicamente ser reconocidas como obras de arte sublime. El trabajo de Toledano pregona así el triunfo de lo subjetivo artificial, intemporal y unificador de la fotografía artística sobre la objetividad realista, perecedera y fragmentaria de la fotografía testimonial. Me parece que este contraste es suficiente para apuntalar cualquier reflexión sobre la relación del arte, la memoria y el olvido.
En Arte y olvido del terremoto (2010).
Serie terremoto, de Sergio Toledano*
Angélica Carmona
La serie Terremoto fue premiada por unanimidad por el jurado en la Bienal de Fotografía de 1986. Considerado uno de los ensayos icnográficos más importantes de la década de los ochenta, la serie está formada por una secuencia de cuatro pares de fotografías que en su conjunto integran una lectura elocuente, poética y metafórica de los sucesos del terremoto de 1985 en Ciudad de México DF.
El ensayo inicia con las fotografías Derrumbe yZacatecas, dos imágenes que nos ubican en los hechos, pues muestran los daños que sufre la ciudad. La primera es una cortina de escombro que borra el paisaje urbano y nos convierte en espectadores frente a la soledad del desastre. En la segunda, Zacatecas, se observa un edificio que ha perdido la perspectiva en medio de un día cotidiano, y personas que advierten el desastre sin comprender aún la dimensión de los hechos.
El siguiente par de fotografías son Rescate y Dolor; la primera nos muestra a una mujer que es sacada de entre los escombros, su rostro expresa la lucha entre la vida y la muerte, el dolor humanizado y también el oportuno auxilio de la sociedad ante el desastre. Más subjetivamente, la fotografía Dolor nos presenta una imagen conmovedora, un maniquí femenino roto, desmembrado e inmóvil, tirado en una calle, cubierto por pedazos de la misma calle, representando una gran cripta urbana, desolada y silenciosa.
El tercer par, compuesto por Soldados y El Regis, es la parte central del ensayo: un grupo de soldados fantasmales emerge de las penumbras, el escenario dantesco y teatral nos remite más al sueño que a la realidad; en la otra fotografía vemos un incendio, humo, bruma y escombro, un bombero ejerciendo su oficio desde el aire, mientras dos personajes se pasean entre los vestigios del siniestro.
En el último par, Víctimas y Fantasma, la primera nos muestra a dos hombres abrazados que han quedado atrapados, formando parte de un pesado muro. La crudeza de la imagen gráficamente nos presenta a la inapelable muerte y la fragilidad de la vida interrumpida por la sorpresa de la tragedia, en yuxtaposición con la imagen que cierra el ensayo, en la cual vemos a un hombre de espaldas que se aleja por la calle, cargando un maniquí al que le cuelga el brazo en la misma posición que al personaje de la fotografía anterior. Esta última nos invita a pensar en el alma de las víctimas que son llevadas hacia el misterio del más allá. Ambas fotografías representan la parte masculina y balancean el contraste del ensayo con el segundo par de fotografías, que forman la parte femenina (la mujer víctima y el maniquí desmembrado).
De este modo, la yuxtaposición de las imágenes en un orden lineal, le da al ensayo una lectura más dramática, que acentúa la polaridad entre la realidad y lo fantástico, la vida y la muerte.
*Inédito, 2010.
Terremoto en México*
Alejandro Castellanos (1994)
Uno de los ensayos iconográficos más importantes de los años ochenta es el tituladoTerremoto, con el que Sergio Toledano (México, DF, 1956) ganó uno de los premios de adquisición de la Bienal de Fotografía de 1986. Los acontecimientos que siguieron al terremoto del 19 de septiembre de 1985 en Ciudad de México (que marcó de manera definitiva el desarrollo social del país), quedaron grabados en la serie de ocho fotografías de Toledano con una elocuencia similar a la del Ángel del temblor, la imagen con la que Manuel Álvarez Bravo simbolizó el sismo ocurrido en la misma ciudad en 1957.
La fuerza con la que se inscribió la serie de Sergio Toledano en el desarrollo de la fotografía en México fue descrita claramente por César Vera, para quien los sucesos de 1985 se encargaron de demostrar que la realidad supera cualquier forma de representación: “Muchas de las fotografías del temblor siguieron cumpliendo con el principio de representación parcial de la realidad, algunas, con un gran mérito y profesionalismo periodístico; otras, como la de la serie (Terremoto) del trabajo premiado en la Bienal de 1986, Víctimas, de Sergio Toledano, trasmitían una vivencia subjetiva, poética: imágenes que estaban lejos de representar una realidad otra que la más íntima.”
La relación que establecen las imágenes de Terremoto con la sensación de irrealidad que desplazó a la vida cotidiana –sobre todo en el centro de la ciudad– se fundamenta en la capacidad de Toledano para sintetizar y abstraer los signos del caos, tal y como puede observarse en la fotografía tomada frente al Hotel Regis en los momentos en que éste era presa de las llamas. Las figuras de los militares y policías que se recortan sobre la densa humareda con actitudes tan ambiguas como representativas de la incertidumbre del momento, forman parte de un cuadro desolador que revela –como todo el ensayo– la fragilidad de la existencia y la constante presencia de la muerte.
Para Toledano (quien realizó estudios de cine en el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa y formó parte del Taller de los Lunes que dirigió Pedro Meyer) la fotografía hace posible “crear una realidad en la mente del espectador”. Más allá de la analogía visual, dicho fenómeno tiene que ver con la experiencia de la memoria y la reflexión, es por ello que Terremoto cumple ahora la función que les asignó el crítico Nelson Oxman: “El dolor no sólo quedó plasmado para los espec-tadores contemporáneos, sino que en el futuro, cuando quizás el gusto y la concepción de realismo dominante en el tiempo de la tragedia sea obsoleto, formará parte de la memoria cultural.”
* En México en el mundo de las colecciones de arte,
capítulo “La fotografía mexicana en el extranjero”
Sergio Toledano. Visión Trágica*
Nelson Oxman
La fotografía como documento social ha legado un gran acervo de imágenes de horror. Las primeras fotografías de muerte y desolación provienen de la Guerra de Secesión. En 1861 O’ Sulivan y Russell fotografiaron heridos y cadáveres. El paso del tiempo dio a las imágenes aspecto de irreales. La técnica obsoleta y los materiales en desuso ya no son reconocidos con la misma fuerza por la sensibilidad. Existe un nuevo concepto de realidad y ficción a partir de nuevas técnicas y nuevos materiales.
Sergio Toledano registró el sismo de 1985 con una veracidad que lleva al espectador a asociar el límite del horror. El suceso fortuito fue petrificado a través de “en-cuadres”, donde la idea general de la tragedia se logra materializar en visiones reales. Las fotografías aíslan una parte del todo y se convierten en expresión de un artista que significa la realidad desvanecida en los desechos del desarrollo cotidiano de los sucesos. El dolor no sólo quedó plasmado para los espectadores contemporáneos, sino que en el futuro, cuando quizás el gusto y la concepción de realismo dominante en el tiempo de la tragedia sea obsoleto, formará parte de la memoria cultural.
Toledano tomó cerca de doscientas fotografías y rescató ocho para un portafolio que articula el texto del discurso donde dice qué vio y cómo lo vio. “El ojo se va afinando a una manera de ver, es automático, pero atrás de esa espontaneidad existe mucho trabajo y experiencia”, dice Toledano.
En el estudio de trabajo sucede la decantación de las imágenes y la asociación de sus contenidos para componer la secuencia que integra el portafolio. En este momento la imagen se refiere a la plástica y se convierte en tragedia visual. La incorporación responde a valores estéticos. Toledano muestra en la fotografíaVíctimas, la postura del cuerpo y del brazo del cadáver de un hombre, en la misma dirección que en la fotografía Maniquí, donde un objeto que también fue víctima del suceso integra la asociación semántica. El contenido de la proposición formal es artístico y representa el gusto y los valores estéticos en el momento en que el clic grabó latente la imagen del encuadre de la escena y cuando más tarde fueron reveladas las películas en el cuarto oscuro y ordenadas para formar el discurso visual. La tragedia ha sido convertida en objetivo, por lo tanto cosificada y transformada a través de la fotografía en la ficción idealizada que refiere con su particularidad, la totalidad del drama. Sergio Toledano hizo ficción la realidad, y logró que su ficción de nuevo remita al espectador a la realidad que representa, fuera de conservar una instantánea para la posterioridad. Su obra logra trascender como objeto artístico: recuerdo de ese tiempo fugaz que será para la historia el suceso del sismo de 1985, que Toledano grabó en fotografía.
* unomásuno (octubre 17 de 1987).
Memento Mori*
Carlos Méndez
No cabe duda [de] que el terremoto del 19 de septiembre de 1985 provocó una nueva actitud en los habitantes de Ciudad de México. El golpe, inesperado y de consecuencias inimaginables, sacudió las conciencias. La muerte se hizo tan opresivamente visible que nadie pudo ignorarla, dejar de soñar con ella, evitar pensar en su repentina aparición. Los artistas tampoco podían permanecer ajenos; fueron sacudidos. Esto es evidentísimo en las fotografías de Sergio Toledano; una, Víctimas, con toda la crudeza del testimonio gráfico de la tragedia; otra, Dolor, más sutil aunque no menos conmovedora: un maniquí roto posado entre escombros, desmembrado, abatido.
* Centro Cultural /Arte Contemporáneo (catálogo, noviembre de 1986).
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lunes, 21 de septiembre de 2015
LA IMAGEN CONTRA EL OLVIDO: A TREINTA AÑOS DEL TERREMOTO, Ignacio Padilla (LA Jornada Semanal)
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