viernes, 8 de enero de 2016

ETERNIDAD, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

ETERNIDAD

Benjamín A. Araujo M.

Yacías cual tempestad que calma y vuelve luego,
eras el infinito engarrotado en cruces de tiempo;
relámpagos de vida atosigando con Eros en tu cuerpo
y nunca pude verte sólo sentirte y gozar hasta saciarme.
Nunca, lo juro aquí, postrado ante mi tumba
pude verte morir en éxtasis de orgasmo
y claman mis hormonas por verte otra vez más
por saberte y lograr ese ensimismamiento
que alguna vez, me dicen, tuviste y nunca,
nunca vi; sólo los que miraban nuestro lecho
adormilados por el éxtasis cruel del inmenso
placer que mostramos a los voyeuristas
y ellos comentaron en plazuelas y puertos.
Relámpagos, mujer, diosa del gozo inmundo,
fuiste en mi lecho de vida sólo en instantes
pero esos momentos eran la metáfora fiel
del infinito, la prueba verdadera de la eternidad. 

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