HUESOS DE SAN LORENZO O LA NATURALEZA DE LOS ESPEJOS
Los lectores naturales de Vicente Alfonso (Torreón, 1977) es decir, los laguneros, encontraremos, en su literatura, espejos en los que nos veremos reflejados. En su reciente novela Huesos de san Lorenzo (Tusquets, 2015) observamos lugares, apellidos o instituciones familiares, como el equipo de futbol Santos, el Hospital Universitario, el Sanatorio Español y la Camerata de Coahuila. También, podemos asistir a un colegio jesuita de nombre Ferreira, que, inevitablemente, leeremos como Pereyra; viajaremos por la carretera a Viesca; acudiremos a la vendimia de Parras y con arena en los ojos divisaremos a unos candelilleros que son estafados; nos divertiremos con los pasajes del Paulitos, quel extinto burdel, lugar de iniciación sexual de muchos laguneros. Esta historia trata (si lo simplificamos) sobre los gemelos Ayala formando un triángulo amoroso con Magda, la joven que trabaja con ellos en un espectáculo de magia. Una trama en la convergen asesinatos, superstición, periodismo, investigaciones policíacas y futbol, entre otros.
Vicente Alfonso, escogió para escribir Huesos de san Lorenzo, una excepción genética que el mismo vive como gemelo idéntico u homocigoto. Un hombre es genéticamente igual a otro, como una imagen en espejo, por eso confunde: “Eres tú o tu hermano./ Soy mi hermano”. Pero no sólo los gemelos pueden hacerse pasar el uno por el otro: todo actor de teatro, de la vida, interpreta a diferentes personajes. De allí que los protagonistas de Huesos… estén desdoblados: Los gemelos Ayala son Juan Borrado, el escapista; Magda González, la joven de la que se enamoran los gemelos, es la Niña Cande, que hace milagros; Farig Sabag, el sanador, es El Gran Padilla, ilusionista; la madre de los gemelos es Rosa Nava y Rosario Navarro… “No vemos el mundo como es, sino como somos” y buscamos lo que somos, buscamos nuestra identidad.
Cuando terminé de leer este libro, ganador del Premio Internacional de Novela “Sor Juan Inés de la Cruz” 2015, tenía la certeza de que estaba ante una gran obra, por su historia, estructura, manejo del tiempo y el uso de narradores entrecruzados y eso me hacía valorar la inteligencia con la que el autor había construido su obra. Sin embargo, me llegó una desazón, mi instinto de lectora me decía que no había captado el universo completo. Mi incertidumbre fue resuelta por el propio autor al responderme una pregunta que hizo que desandará las páginas. Entonces reafirmé: Huesos de san Lorenzo permite varias lecturas, por una parte, es una narración compleja que requiere lectores atentos de miradas múltiples que vean desde los ángulos del escritor, y en otro sentido permite una lectura con menos reto intelectual y esto es siguiendo la voz del psicólogo Alberto Albores, personaje que a modo de Cide Hamete Benengeli (narrador de Don Quijote) escribe su versión de los acontecimientos. Cabe destacar que si se siguen los capítulos numerados por separados encontramos que tienen cierta autonomía.
Los primeros lectores de Huesos… podrían no resolver todos los acertijos que plantea, pero al paso del tiempo sucederá, lo que con toda buena obra de arte: brotará una especie de resonancia mórfica(antiguamente llamada memoria colectiva) en donde cada reseñista, o cualquiera que la mencione, aportará elementos que permitirán, a los nuevos lectores, valorarla en su entero brillo. Aunque, la literatura de Vicente Alfonso ya es apreciada, esta novela será traducida al italiano, al turco y al alemán.
Vicente Alfonso, recurre a la técnica del collage, (el ejemplo más sobresaliente es Rayuela de Julio Cortázar) en la que se expresan los hechos con notas periodísticas, ensayos y citas hemerográficas. Igualmente acude a todas las formas de narradores: omnisciente, primera, segunda y tercera persona; pero lo que envuelve todo es una voz omnisciente que encierra una historia y otra... (caja china). Los hechos se repiten vistos por otros ojos, por ejemplo, el capítulo de “Expediente abierto I” (p. 34) es casi idéntico al último, excepto porque se repite un párrafo de “Sesión de terapia I” (p. 15). Huesos de san Lorenzo de Vicente Alfonso, una asombrosa novela.
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