Cada quien su Dylan
Antonio Soria
Quienes han puesto el grito en el cielo, escandalizados porque el Premio Nobel de Literatura 2016 le correspondió a Bob Dylan, quizá ignoran que no se trata del primer galardón cultural o literario “serio” que recibe Robert Allen Zimmerman –su nombre de pila–: entre otros, en 1990 obtuvo la Orden de las Artes y las Letras que concede el gobierno francés, y en 2007 fue reconocido con el español Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Es curioso, por decirlo con suavidad, que la Academia Sueca y los equivalentes franceses y españoles que deciden esos galardones ahora sean criticados por abaratarse, cuando el hecho es que dichos organismos, a los que suele tildárseles de anacrónicos, elitistas y “cuadrados”, están dando prueba exactamente de lo contrario. En el fondo son los detractores, con su muy contradictorio purismo, quienes así exhiben los límites de un criterio evidentemente más estrecho de lo que están dispuestos a reconocer.
Al parecer, la polémica y un reiterado –aunque no por eso justificable– reproche por no ser exactamente lo que unos y otros han decidido que sea, acompañarán invariablemente al nombre, la obra y la trayectoria vital del autor de “Blowin’ in the wind”, “Like a rolling stone”, “Forever young”, “Just like a woman” y cientosde composiciones más. Polémico desde que cambió su nombre por otro, por haberse convertido a una religión distinta a aquella con la que nació, por haber “traicionado” al género musical de sus inicios, por su rechazo a ser el pequeño dios de un “club de fans”, a lo que ahora se suma la transgresión de ser un compositor y cantante a quien se le otorga el más alto reconocimiento mundial como literato, y finalmente porque tal vez rechace un galardón con el que tantos sueñan y sólo persiguiéndolo es que escriben, aunque no se lo confiesen ni a sí mismos, Bob Dylan pareciera ser no uno sino muchos: judío, católico, cantante folk, rocanrolero, estrella mediática, influencia innegable para legiones de músicos y compositores, materia de estudios universitarios…
En medio de la que seguramente será la mayor polémica de cuantas ha provocado o en las que se ha visto envuelto, lo único cierto es que cada quien su Dylan: múltiples partes de un todo en el que la elección es libre.
Elegida aquí a modo de somerísima muestra, y escrita en 1963, “Masters of War”, pieza emblemática de Bob Dylan, alude claramente a la atmósfera que reinaba en el mundo durante la Guerra fría pero, como es obvio advertir, su espíritu antibelicista trasciende aquella época.
Señores de la guerra
Vengan, señores de la guerra
Ustedes que construyen las grandes armas
Que construyen los planes de muerte,
Que construyen todas las bombas
Ustedes que se esconden detrás
de las paredes
Que se esconden detrás de los escritorios,
Sólo quiero que sepan
Que puedo ver a través de sus máscaras.
Ustedes que nunca hicieron nada
Salvo construir para destruir
Ustedes juegan con mi mundo
Como si fuera su pequeño juguete
Ponen un arma en mi mano
Se ocultan de mi vista
Se dan vuelta y corren lejos
Cuando zumban rápidas las balas.
Igual que Judas mienten y engañan.
Quieren hacerme creer
Que una guerra mundial puede ganarse
Pero veo a través de sus ojos
Y veo a través de sus mentes
Como veo a través del agua
Que corre por mi alcantarilla.
Ustedes ajustan los gatillos
Para que otros disparen
Luego retroceden y observan
Cuando se eleva el número de muertos
Se esconden en sus mansiones
Mientras la sangre de los jóvenes
Abandona sus cuerpos
Y se pierde en el barro.
Ustedes arrojaron el peor miedo
Que nadie pudo haber lanzado
El miedo a traer niños al mundo
Por amenazar a mi hijo
Aún no nacido ni nombrado
No merecen la sangre
Que corre por sus venas.
¿Cuánto sé como para hablar fuera
de turno?
Podrán decir que soy joven
Podrán decir que no tengo educación
Pero hay algo que sé a pesar de ser
Más joven que ustedes:
Ni siquiera Jesús olvidará lo que hacen.
Déjenme preguntarles algo
¿Es tan bueno su dinero?
¿Les alcanzará para comprar el perdón?
¿Creen que tenga ese poder?
Cuando les llegue la hora de morir
Ni todo el dinero que juntaron
Les devolverá el alma.
Y espero que mueran
Que les llegue pronto la muerte
Yo iré detrás de sus ataúdes en la pálida tarde
Y observaré mientras son enterrados
Y me quedaré de pie frente a sus tumbas
Hasta asegurarme de que están muertos.
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