Pablo Armando Fernández
Cuba - 1930
En lo secreto del trueno
para Cintio Vitier
Si uno pudiera, como quien juega o sueña
las secuencias del tiempo reordenar,
y pudiera acogerse a aquellos ciclos
que sólo nos inducen a aprender,
sabiamente sabríamos eludir
las ignominias de la sinrazón.
Si uno pudiera a los juegos y sueños
atribuirles todo cuanto idearan
ingratitud, torpeza y mezquindad,
cardo y ortiga, zarza triste de la vida
que roce y trato tornan defensivos.
También el corazón tiene sus mañas.
Como un reclamo de atención, a veces
uno puede faltarle a quienes ama:
una palabra, un gesto, cualquier impertinencia,
casi siempre de efecto ponzoñoso.
Suele confiarse a veces en que el daño
acerque el ofendido al ofensor.
No hay bien ni mal. Esto también se espera.
Ahora creo haber aprendido a conocer
ciertas turbias razones que a veces urde el corazón.
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