martes, 25 de octubre de 2016

SUOLEMENTOS CULTURALES, Proyecto 40

Suplementos culturales

Sin empleo, fue con Luis Manjarrez para pedirle 50 pesos y poder llevar a pasear a su novia. Manjarrez, sorprendido, lo llevó a conocer a un íntimo amigo suyo: Rómulo O´Farril, recién nombrado presidente del periódico Novedades. Fue así que Benítez incursionó en su más grande proyecto de vida: hacer suplementos culturales.
El 6 de febrero de 1949, vio la luz lo que sería uno de los más importantes suplementos culturales en la historia de Latinoamérica, y sin duda el modelo a seguir del periodismo cultural mexicano: nacía Mexico en la Cultura, que en la editorial de su primer número decía:
“…hasta hoy, la casi totalidad de nuestros suplementos eran simples desvanes donde iban a verterse los desechos de los diarios. Novedades ha superado esta deficiencia y abre una nueva perspectiva. Aspira, en primer término, a convertirse en un resonador de la cultura nacional…Abrimos una ventana al paisaje entrañable de México, al de su cultura que es en nuestros días conturbados, motivo de orgullo y una lección de callado heroísmo. Lo mexicano con trascendencia universal y lo universal que fecunde lo mexicano podrían servir como lema”.
Benítez había leído los suplementos culturales argentinos y españoles, y aspiraba a alcanzar la calidad literaria que tenían las publicaciones de José Ortega y Gasset y Jorge Luis Borges en sus propios países. Para comenzar, pidió ayuda a Alfonso Reyes “que prácticamente hizo él solo el segundo número del suplemento, dedicado a Grecia”.
El material humano con que trabajó Fernando Benítez en aquel suplemento se conformaba básicamente de exiliados españoles del régimen dictatorial de Franco, y de jóvenes escritores mexicanos.
Su equipo de trabajo abrió un nuevo camino para la crítica, la narrativa, la entrevista y el grabado en el periodismo mexicano. Los artistas, escritores y críticos mexicanos como Vicente Rojo, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco y Juan José Arreola llenaron sus páginas; además, contaba con la presencia de españoles como León Felipe y Luis Cernuda; y escritores latinoamericanos de distintas nacionalidades como Gabriel García Márquez, Nicolás Guillén y muchos más.
“Yo no inventé nada. Sólo tengo el mérito de reconocer a los escritores, sin importar su tendencia ideológica”, afirmaba Benítez en los últimos años de su vida, cuando iba de recinto en recinto recibiendo homenajes y ovaciones tanto de sus amigos colaboradores, como de viejos y nuevos lectores. Lo cierto es que en sus suplementos, congregó a poetas, narradores, y críticos que establecieron una importante perspectiva en el trabajo intelectual de México.
Doce años después de fundar aquel suplemento cultural, mantuvo una confrontación con el director de Novedades. Iniciaba la década de los 60 y las posiciones del periodismo mexicano frente a eventos de la mayor trascendencia, como la revolución cubana y el asesinato del activista Rubén Jaramillo, eran más bien blandengues y poco críticas. Benítez defendió entonces los movimientos sociales, entró en conflicto con el gobierno de Adolfo López Mateos y se vio obligado a renunciar. Junto con él, salieron, en solidaridad, el resto de sus colaboradores.
Un año después, él y su equipo de trabajo fundaron por encargo de José Pagés Llergo, La cultura en México, como suplemento de la revista Siempre!. Bajo su dirección, se agregaron los nombres de Carlos Fuentes, Cristina Pacheco, Elena Poniatowska, Rosario Castellanos, Augusto Monterroso, Álvaro Mutis, Gabriel Zaid y Octavio Paz.

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