¡DANZAD, MÁSCARAS!
Fluyen manantiales de tinta
de mis pensamientos,
que no se resignan
a la hipocresía mundana,
a la malévola envidia
que corroe las entrañas
de un mundo abocado a la nada.
Cubiertos los rostros
con una careta
deambulan los títeres
de un carnaval sin orquesta.
Seres humanos
que bailan la fiesta
al son de adulaciones,
a ritmo de peteneras.
Se encogen las entrañas
del ser con pundonor
que solo anhelaba
amistad en su alma.
Cuencos vacíos,
dilatados por el estupor,
son los manantiales
resecos por las lágrimas.
Triste congoja
y hondo penar
agonizan en un corazón leal.
¡Danzad, máscaras de duelo,
y no escondáis vuestra infamia!
Deseo contemplaros,
marionetas erráticas,
muñecas de cera,
seres sin piedad.
Escondéis el rostro,
mas vuestras traiciones
brillan en la niebla
como macilento fanal.
¡Danzad, máscaras de duelo,
y no escondáis vuestra infamia!
La fragancia pura
del capullo en ciernes
vibrará un día
en un orbe miserable.
La firme inteligencia
y la libertad
reinarán serenas
sobre la ignorancia
de la mente hipócrita
y sobre la deslealtad.
Maria Oreto
Quita el poema, Benjamín, por favor. Yo tengo mi propio blog y es privado porque lo deseo así
ResponderEliminarUn abrazo, Maria Oreto