viernes, 24 de agosto de 2012

ENTRE REJAS; Nieves María Merino Guerra


Suplicio entre rejas

Lo suplico con las entrañas sangrantes en mis últimos suspiros.
Que me vista de fiesta el alma.
Me cante y acompañe el gorrión  de rama en rama.
De flor en flor...
o en mi ventanuco, el búho.

Que se rían de mí los niños por las calles...
y me llamen loco.
Y si mi razón se rebela, la encierro de nuevo
para que no salga con  siete llaves
Donde no la encuentre nadie, ni  Dante,
buscando en sus siete cielos, infiernos y purgatorios.

Seré como hasta ahora: una sombra.
Pero más siniestra para quienes no comprendan...que son casi todos.
No te quepa duda.
Aunque divaguen. Imaginen, inventen...
No tendrán ni idea. Solo yo lo sé.
Lo siento y conozco-reconozco.

Me vestiré de fiesta con cálidos colores.
Descalzo  en la tierra.
No deshojaré sueños aferrados....no soñaré.
Eso me enferma y hace temblar
Nada.
Mejor la nada absoluta
Si...mucho mejor así.
Feliz en la ignorancia y abandono.
Tirado  en un rincón.
En algún lecho carcelario.
Posición fetal.
Observando cómo pasa la vida.
Las horas muertas.

Paseando en el río...en el monte.
En el campo.
Solo. Por las aceras de cualquier pueblo o ciudad
donde me lleven en el absurdo devenir de éste momento.

¿ Que mas da el lugar?
Todo es encierro.

España sangra. Se vuelca.
Y siento en mis adentros
que toda la Tierra es mi tierra.

Andando caminos vagabundo.
Incierto.
Sin saber detalles.
Sin saber de nadie.
Y en mi soledad,
mi propia indiferencia.

Si...ser feliz no debe estar tan mal.
Aunque solo sea unas horas.
Unos días.
Engañado  en mi mismo.
Esperando el absurdo...y desengañado  de nuevo.

¿Es mi sino éste deambular por cárceles?.

Amargura que se mece en el alma como en casa.

Ni la soledad me quiere
pero no me siento solo.

No me cantará un gorrión.
Quizá con suerte,
los habitantes de la noche
en los campos  y acequias.

No soy adicto a la melancolía
pero me tiene atrapado,
encarcelado a cadena perpetua
junto con mi alegría.

Ilusiones.
Mis sueños robados.
Salud. Familia.
Alimento. Agua.
Vida.

No temer más.
Nunca más.

Maldito miedo.
¡Maldito!.

No quiero. No puedo.
Ya estoy destrozado.

Conmigo mismo estoy bien
aunque acampe la amargura
en mis entrañas dolientes.

Pero nadie me hiere
sencillamente no esperando nada.

Deseo aun menos que ser feliz.
Sí.
Con mucho menos me conformo.

Solo necesito paz.
Un poco.

Y algo de pan si, mendigando
alguien me ofrece un mendrugo tierno y caliente
para enviarlo a  mi amor.

El asco y la impotencia me revuelcan y empapan.
Vomito las palabras y la sangre con arcadas de dolor...

Quiero estar loco  del todo.
No solo medio loco.
Ya he perdido la razón por razón.

Pierdo la partida, aunque tenga todas las fichas
dispuestas, vendiendo mi alma al diablo,
en todos los números de ésta  ruleta azul y roja.

Solo deseo la ruleta rusa, con el cargador lleno y  balas de plata
Que explotan por dentro dejando esquirlas clavadas
sin agujeros limpios.

No hay nada limpio
en éste peregrinar fratricida y agonizante.

Sin vivir...ni recibir.

¡Y es tan poco lo que necesito!.

El aire se me niega.
No respiro.
Me ahogo.
Y no resisto.

Me apunto a la locura indiferente.
A la rebeldía de la razón y al canto del ruiseñor.

Ser feliz unos segundos
antes de morir.

No necesito de Creonte ni Hades.
Nadie me rescatará.
Sólo Dios me abre sus brazos
sollozando conmigo.

Me dejaría hundir en la ciénaga profunda
sin usar su barca hasta el inframundo.

Tornaría mis días y noches de pesadillas en la nada.
En el vacío silencioso y oscuro.

Cuanto antes.
Ahora mismo.
Ya.
Sin más delirios...
Acallando a la razón, como muñeca de trapo que se cose y recose
hasta romper y gastar su tejido urdido en ruecas de amor.

Sí:
¡Me anoto, me apunto!
Pero a la locura completa de las noches de luna.
O sin ella.
No me asusta la negrura. Veo así también.
¿Qué más da?

Vivir con razón sí es una locura.
Constante infelicidad.

Harto estoy de mi cordura.
Ambición. Fama.
Ideales...
Sentirme solo.
Ajado. Abandonado. Despreciado.

¿Para qué luchar, para que vivir ?...

El nihilismo absurdo no es tan absurdo.
Beberé el agua del pozo de Zaratustra.
Solo ser feliz un momento.
¡Tan solo un pequeño momento!
Y después  morir.

Con la  sonrisa perdida
bien dibujada en el rostro
para mi amada
y nuestro hijo muerto
que me llama entre llantos
de hambre y soledad.

Allí le cantaré nuevas nanas.
Serán mis versos la única descendencia.
***
NIEVES Mª MERINO GUERRA
Junio 2012
Gran Canaria España
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