Las mañanas son densas, sombrías, retardanzas de ayer; fríos amaneceres oscuros, lóbregos; como un paso de danza malaprehendido mal representado nunca conseguido.
Pese a todo las mañanas son deseadas, esperadas con temblor en los ojos y en la esperanza.
Nunca más a la noche: dicta la mañana cuando aparece en el horizonte y clama al desierto de lo no sucedido.
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