Todos llevamos un Cristo a cuestas
ciñendo nuestro pasado,
las voces exploran los silencios
y la razón tiende la piedad
sobre las vísceras doloridas y las espaldas laceradas.
Todos sentimos el dolor del destierro,
caminamos por las orillas de los abismos,
y naufragamos sin oasis los desiertos.
Casi todos somos hijos del pecado,
y en la mochila cargamos los cadáveres ajenos.
Todos fuimos héroes y antihéroes
cristos fundidos en sepulcros del misterio.
Para llegar ante él, Cristo de la historia masacrada
bajemos las cabezas y revivamos en sus entrañas
las bondades de una tierra, paraíso lejano,
vívidos paradigmas apocalípticos de verdades transmutadas.
Sus palabras aún nos llegan
Amor a Dios por sobre todas las cosas
Amor a tu prójimo como a ti mismo.
Amor, Amor, Amor,
Amor verdadero
tríada consagrada
espacios donde el hombre se regocija sin distinción de credos
¿Por qué volver caminar sobre los espinos, sobre los escombros?
si podemos siempre podemos volar con alas nuevas.
Siente hombre siente el vuelo. Te fue concedido
en el instante en que el Cristo y tú fueron uno.
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