lunes, 26 de mayo de 2014

CONCEBIDA EN TOLUCA, Benjamín A. Araujo M.

 CONCEBIDA EN TOLUCA
Benjamín A. Araujo Mondragón. *

Eva, la segunda hija de Richard Wagner con Cosima von Bülow, fue concebida en Toluca, en 1866, en viaje de un mes que fuera auspiciado económicamente por Luis II de Baviera así como por la reiterada invitación de la poderosa colonia germana asentada en esos lares de México.
A Toluca viajaron los tres, padre, madre e Isolda, hermana mayor de Eva, nacida apenas un año antes, en 1865, justamente mientras Richard iniciara los ensayos de su célebre ópera , Tristán e Isolda, de ahí el nombre puesto a la niña.
Por cierto que la pareja europea asistió en Toluca a la corrida de Mariano González “La Monja” realizada el 2 de septiembre de ese año con toros de Santín, hacienda que desde 1836, treinta años antes, había comenzado a estructurar la presencia de ganado de lidia, tal y como lo afirma el propio José Julio Barbabosa en sus “Memorias”. Por cierto fue la familia Barbabosa, ligada a los germanos Roth y Graf, quien auspició la aventura excéntrica del toreo para Cosima y Richard.
Fue en ese lugar donde se dio un incidente que marcó la visita de esta ilustre familia europea a tierras toluqueñas. Estando precisamente en la corrida de La Monja, a Richard le invitaron a que probara “Los Mosquitos”, una bebida local de prestigio allende las montañas de Las Cruces, de dulzor marcado y empalagoso y de efectos inmediatos de disposición de fiesta; pero resulta que a Wagner no sólo le gustó sino que le fascinó esa bebida y ello provocó que se embriagara y armara gran lío en la placita de toros, dispuesta para esa ocasión.
Con algunos asistentes, Richard, ya con unos tragos encima, discutió de literatura y se molestó porque, “pese a ser toluqueños” le dijeron no conocer al poeta Esteban González Verástegui, nieto del filántropo toluqueño José María González Arratia, a quien Wagner, dos años antes, en 1864, había conocido en París.
Incluso, ya en la discusión, salió a relucir un poema de Esteban que el músico se sabía de memoria y que, subrayaba, “el poeta toluqueño compuso ese mismo año en España”, intitulado “Canto a Granada”; y casi de inmediato el germano se dispuso a declamarlo:

Venid, seguidme a la fragosa cumbre
del suspiro del Moro,
tras la que el sol, muriendo en Occidente,
con medias tintas del carmín y de oro
reflejos lanza de su roja lumbre,
átomos de la luz omnipotente…

Venid…¿miráis al frente
una oriental ciudad?...Védla, ¡es Granada!
La mansión de la paz y la alegría.

Del andaluz la joya más valiosa,
entre rudos peñascos engarzada,
festiva y bulliciosa
cuando alumbra la luz del claro día,
en lánguido sopor y más hermosa
en el misterio de la noche umbría.
Védla cuán voluptuosa
sus encantos revela
cuando Lucina, la nocturna diosa,
que en el Darro y Xenil tenue riela,
cubierta con blanquísimos cendales
que las nubes le forman, triste vela
por los pobres mortales,
e inunda de misterio y poesía
mandando melancólicos raudales
de blanca y transparente argentería,
a esa preciosa perla
tirada en el Edén de Andalucía…”
,,,y continúo, hasta remachar el extenso poema que describe el paisaje granadino, hasta lograr dejar anonadados y boquiabiertos a sus primeros detractores que culminaron aplaudiendo.   
Y, desde luego, no llegó a mayores el asunto, más allá de gritos y estentóreas risotadas del gran compositor y músico, ya en ese momento con una fama de corte internacional
Fue precisamente esa noche, ya asentados y reposando en la cama, que Eva fue concebida pasionalmente por Cosima y Richard; por lo que no exageraríamos si dijéramos “la segunda hija de Wagner es hija de los Mosquitos toluqueños”.
Esa experiencia habría de danzar muchos años después en la cabeza del compositor pues pretendió, dado el impacto que le causó la representación en el ruedo, componer una pieza con la historia de una corrida, sin lograrlo. Pero en el fondo de la intención era homenajear la concepción de Eva.
Asevero que Eva fue concebida en Toluca pues nació en junio de 1867, ya en tierras alemanas, justamente nueve meses después del largo mes en que los dos estuvieron asentados en esa ciudad mexicana.
Cabe recordar que Cosima fue la segunda pareja de Wagner, pues él contrajo nupcias inicialmente con la actriz Minna Planet; y él conoció a Cosima Francesca Gaetana, hija ilégítima de Franz Liszt, el inolvidable húngaro, considerado ya desde la tercera década del siglo XIX como un gran maestro de la música europea, puesto que fue Franz precisamente quien como autor de Don Sanche, ou Le Château d’amour marcó la pauta de la música europea desde el inicio del siglo XIX.
Por cierto que Cosima era hija de una de las amantes de Liszt,  Marie d’Agoult, condesa de Flavigny, de la cual nació su hija Cosima, futura esposa del director de orquesta Hans von Bülow primero, y de Richard Wagner después.
De modo que si Richard empezó a tener tratos con Cosima aún casado con Minna, lo mismo puede decirse de ella todavía matrimoniada con Hans quien, contra todo pronóstico, todavía dirigió unas piezas de Wagner con su orquesta en plena etapa del amasiato del autor con su esposa.
La fascinación de Luis II de Baviera por nuestro compositor no tenía límite, al grado que la nobleza de la época protestara con frecuencia  airadamente por la situación en que se veía envuelto el noble jerarca frecuentemente por los caprichos de Richard.
La infancia de Wagner se vio influida por su padrastro Ludwig Geyer, actor, pintor y poeta, que suscitó en el niño, nacido en Leipzig,  su temprano entusiasmo por toda manifestación artística. La literatura, además de la música, fue desde el principio su gran pasión, pero el conocimiento de Weber y, sobre todo, el descubrimiento de la Sinfonía núm. 9 de Beethoven lo orientaron definitivamente hacia el cultivo del arte de los sonidos, aunque sin abandonar por ello su vocación literaria, que le permitiría escribir sus propios libretos operísticos. No obstante, también esa relación suscitó en Richard su antisemitismo, pues luego de saber que su verdadero padre fue Carl Friedrich Wagner y que Ludwig era judío, se suscitaron en él sentimientos encontrados que devinieron en su aberración antijudia.
El industrial cervecero de este período fue Santiago Graf, quien en 1875 adquirió la Cervecería Toluca y México, fundada diez años antes por el suizo Agustín Marendaz. Pero ya en aquellos momentos era próspero e importante en la incipiente sociedad toluqueña pues marcaba las modas y gustos culturales del momento dada su formación y ascendiente social.
Graf inició la producción de una cerveza de mayor calidad tipo ale. Pocos años después instaló maquinaria moderna para fabricar hielo, y en 1882 importó equipos alemanes que le permitieron elaborar la primer cerveza lager mexicana: la Toluca lager.
La mayoría de la cerveza se vendía embotellada, y casi toda la malta era importada desde Alemania y los Estados Unidos con excepción de dos cervecerías, La Toluca y La Perla, quienes fabricaban su propia malta. Agreguemos que Richard tuvo el privilegio, en la tierra del dios Tolo, cuna matlazinca, de probar la malta ahí fabricada que para él, como la cerveza de origen alemán, le pareció de muy buen gusto “y excepcional nivel”, según dijo a sus guías.
Regio Aguilar junto con Cleto Castro fueron los guías de esa familia europea por la ciudad, en plena época del reinado de Maximiliano de Habsburgo que terminó trágicamente en Querétaro.
De ese modo los Wagner descubrieron cómo en la Toluca de ese tiempo las mujeres indias y mestizas servían a las "niñas" ricas, permaneciendo a su lado para cuidarlas y atenderlas en todo la necesario, para que ellas solamente se ocuparan de las tareas propias de su clase. Eran labores de su clase: bordar, coser, pasear por las alamedas e instruirse en la religión católica.

La señorita Teresa Pliego y Verrío, dueña de varios ranchos, invitó a los Wagner a visitar su rancho de la Virgen que estaba a las orillas de la Ciudad. Estando ya en él Richard se emocionó pues había un piano de cola. Y de inmediato se puso a tocar fragmentos de su obra con piezas sumamente importantes como el Drama Rienzi, El holandés errante y Tannhäuser; así como Lohengrin,  Los maestros cantores de Nüremberg y El anillo de los nibelungos.
El improvisado concierto fue todo un acontecimiento que habría de ser conservado en las memorias familiares de la familia Pliego de tanta importancia durante generaciones en Toluca.  
















*Esta obra fue creada ex profeso para el libro “Una ciudad tan bella”, convocado por el Ayuntamiento de Toluca, a través de invitaciones escritas, con fecha 7 de abríl de 2014, para conmemorar los 215 años del “Título de Ciudad” de Toluca por parte del Instituto Municipal de Cultura.




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