martes, 27 de mayo de 2014

CUENTOS DE HADAS PARA ADULTOS, Ana Clavel

CUENTOS DE HADAS PARA ADULTOS

...los disectan de tal modo que sus resortes quedan expuestos en versiones que no son precisamente para niños
ANA CLAVEL. La autora es narradora. Su libro Las ninfas a veces sonríen obtuvo el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska. (FOTO: ESPECIAL. )

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ANA CLAVEL
| DOMINGO, 25 DE MAYO DE 2014 | 00:10
"Caperucita Roja fue mi primer amor. Tenía la sensación de que, si me hubiera casado con ella, habría conocido la felicidad completa", declaró alguna vez el autor de Oliver Twist y Grandes esperanzas, el célebre escritor inglésCharles Dickens. Valorados como "exploraciones espirituales" unas veces, otras como medios para "lograr una conciencia más madura para apaciguar las caóticaspulsiones del inconsciente infantil", los cuentos de hadas son a menudo retomados por creadores contemporáneos que encuentran en sus núcleos originales una mina de significados que laten en el tiempo. Entonces los reelaboran, los parodian, los disectan de tal modo que sus entrañas y resortes quedan expuestos en versiones que ya no son precisamente para niños.
Como muchos mitos, los cuentos de hadas presentan de manera sutil o cruenta, pero siempre cargada de simbolismo, una prueba para sus protagonistas. No es otro el sentido del enigma formulado por la Esfinge de Tebas a Edipo: "Adivina o te devoro", o en otras palabras, resuelve o te estancas. En las versiones de los cuentos de hadas para adultos, esa magia de iniciación y crecimiento persiste subrepticiamente, y en los mejores casos con singular belleza y poesía.
Cuando en 1997 David Kaplan realizó el cortometraje Little Red Riding Hood con una adolescente Christina Ricci en el papel protagónico, se basó en una versión previa a la de Charles Perrault(1697), en la que la joven no sólo se anima a comer la carne y sangre de la abuela que la bestia acaba de destazar, sino que se despoja de su vestimenta en una escena por demás seductora. El final en el que Caperucita engaña al lobo y escapa sin ayuda de ningún cazador, estaba presente en esa versión original, que Perrault prefirió cambiar a fin de dar una lección moral: la niña devorada por su predador por no haber obedecido los consejos maternos. En la versión de Kaplan, el erotismo de las imágenesnos habla de una joven capaz no sólo de dar rienda a sus impulsos transgresores y sexuales, sino de salir avante, con su ingenio y capacidad de juego, de una situación de inminente riesgo.
Afamada por sus Crónicas vampíricasAnne Rice dedicó una trilogía erótica al tema de la Bella Durmiente. Al sugerir que "no sólo se despertó con un beso", sino con las caricias y artes amatorias del príncipe que acudió en su rescate, la autora retoma la imagen de la durmiente como un estado previo al despertar sexual y lo lleva hasta sus últimas consecuencias: un más allá erótico y perturbador, colindante con las pulsiones de muerte.
Otro caso es la novela ¡Ponte, mesita! de Anne Serre, publicada recientemente por Anagrama. Ahí, la autora abreva de un cuento no muy conocido de los recopilados por los hermanos Grimm en 1812, que en algunas traducciones lleva por título Cúbrete, mesita y en otras La mesa, el burro de oro y el palo brincador. La novela relata las aventuras de una familia proclive a los contactos carnales como un núcleo primigenio de goce que logra mantener por un tiempo su derecho a un paraíso propio más allá de todo juicio moral. Y cuando el devenir de la vida lleva a sus integrantes por caminos de supervivencia anodina, la protagonista recordará ese territorio encantado de la infancia como la mesa mágica del cuento, siempre pródiga y dispuesta para cumplir las necesidades del cuerpo y el alma. Todo un retorno a la esencia de los cuentos de hadas, de una belleza singular e inquietante, que nos alecciona sobre la superación o debacle frente a nuestras pérdidas o traumas en la sociedad contemporánea, pero que también nos recuerda el caudal de aguas primordiales y terapéuticas de las historias tradicionales cuando son tratadas con inteligencia y osadía.

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