Mario Bojórquez
Es autor de libros de poesía, ensayo y traducción, y su obra ha obtenido diversos reconocimientos, como el Premio Estatal de Literatura de Baja California (1991), el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura (1995), el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa (1996), el Premio de Poesía Abigael Bohórquez (1996), el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (2007), y el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas (2010). Recientemente recibió el Premio Alhambra de Poesía Americana (2012), otorgado por el Patronato de la Alhambra y Generalife y el Festival Internacional de Poesía de Granada, España y la Distinción Príncipe Tecayehuatzin de Huexotzinco. Entre sus libros de poesía destacan: Pájaros sueltos, Contradanza de pie y de barro, Diván de Mouraria, El deseo postergado y El rayo y la memoria. Es uno de los poetas más importantes de su generación.
PARA UNA LECCIÓN DEL SUJETO POÉTICO
que tengo, tienes, tienen, los ojos entornados,
si al final de los ojos, guardo, guardas, guardan,
la almendra de los días y los rotos veranos.
Pero cómo callarme, callarte, callarles,
estos silencios suyos, tuyos, míos,
si en mis, tus, sus, ojos, hay palomas abiertas
sobre campos de sangre, que yo, tú, ellos,
miran,
miras,
miro,
(De Pájaros sueltos)
CASIDA DE LA ANGUSTIA
I
una escaldada lengua de durazno un picante y ardiente y amargo y picante durazno en la escaldada lengua, oh tristes, eso es la angustia.
¡Ah! sonrisa estudiada, aligerada, ensayada en el espejo
de lo que no digo. ¡Ah! estúpida respiración despepitada, oprimida, deletreada veneno inocuo ulceración.
Qué frágil corazón para el que sufre angustia
qué lenta máquina, qué desastrada y lenta máquina es el corazón.
II
No conoció la fiebre
mi lengua no conoció la fiebre no se alzó enardecida para un canto febril sólo un cantar alegre oh tristes sólo un cantar alegre cantaba mi lengua en su canción.
III
Este veneno ya estaba en mí
en mi sangre antes de mí, mi sangre ardió, antes de mí, mi sangre envenenaba a otros, mi padre y su padre y sus abuelos, todos heridos hasta el principio primordial. Todos ardían como yo todos arden conmigo.
IV
Pero el veneno escalda la lengua más feliz
¡oh, tristes!
Hablo de mí, sólo de mí.
(De Diván de Mouraria)
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