lunes, 23 de febrero de 2015

DIARIO DE UNA ROSA, Marisa Aragón Willner

Falena
Noche sin Arcadio.
                                                            
Si , hoy me tendi a la noche con mi vestido de púrpura.
Arcadio avisó que no vendría , el mundo es asi, los escarabajos de colores son escasos y tienen distintos recorridos , en cada uno  múltiples guaridas, por eso, al caer la noche yo me tendí con mi vestido de púrpura junto a mis hermanas.
Arcadio solia ser el que nos leía de mundos lejanos , incluso de un lugar donde crecimos al cuidado de un principito, un extraño planeta  donde en una estabamos todas hermanadas. Es Arcadio el que pone un extraño orden a nuestras vidas y nos convoca a escuchar noche tras noche sus cuentos, extrañamente convertido en una Sherezade .
Como Arcadio habia prometido esta noche no vino.
Nos mandó unas falenas multicolores, delgadas , de alas débiles y suaves, de terciopelo brillante , una incandescencia , una luminaria.
Las falenas se entusiasmaron con la seda de nuestros vestidos , en su imaginario coqueto estaban tomando nota de su espesor para pedirlas por encargo a los mercaderes que recorrian la ruta de la seda .
De pronto las falenas se extasiaron , se habian acercado demasiado a nuestras vaginas y nos frotaban suavemente con sus alas de terciopelo mientras intentaban robar nuestro aroma , de hecho tanto sus débiles patitas se apoyaban en los troncos de los álamos y de los rosedales  , aqui en nuestras corolas y danzaban casi enloquecidas por las caironomas  que liberábamos a su roce.
Con mis hermanas estabamos entrando en trance , se sacudían nuestros pétalos y más se colmaba el ambiente de nuestro perfume que dicen es el que más invocan los amantes de la tierra.
De pronto el mismo bosquecito presentó su resplandor , es que llegaba una miríada de Saturnia pyri, unos machos de mariposa atraidos a decenas de kilómetros por el perfume de las feronomas de sus falenas hembras. 
Una danza infinita entre las mariposas , sus alitas se contorneaban ante las luces , sabían que morirían no bien se aparearan siguiendo las señales de la especie, aceptaban en el goce supremo y efímero de su encuentro, la marca ancestral de su calvario gratamente.
También las abejas reina despertaron y comenzaron a liberar sus feronomas que dan tranquilidad a la especie, las obreras se dejaron guiar quedamente hacia la reina que les daría la seguridad del enjambre sin otras colmenas raras creadas por azar en la pobreza , no ,la reina magna las guiaría  y todo el bosque empezó su música de las especies y libaron la miel con un son de orquesta mientras se elevaban nuestros tallos piernas en un orgasmo sutil y sagrado con el amante imaginado.
Con mis hermanas sacudíamos frenéticas los pétalos en las manos de la brisa, era casi alba o se habrían trastornado los relojes solo sabíamos que nuestros amantes estarían detenidos sin alcanzarnos y nosotras quedaríamos en espera, seríamos rosas penelopeanas sin tejido , llenas de nubes de deseo aguardando el rocío.

Sí , el rocío llegaría a nuestra seda , suele hacerlo en los amaneceres calmos y húmedos, nosotras princesas de la seda púrpura agotadas,  luego de sorberlo y calmar nuestra sed tras la vorágine nocturna ,  esconderíamos al amanecer fugazmente nuestra vagina corola ya provocada entre la maraña  sedosa de nuestros pétalos.
Hermanas rosas , sé que de todas , solo yo tengo la pluma de la escriba , las amo por la misión que me dejaron , y ahora que todas leímos , cierro esta página del diario, es un secreto aún en el bosque lo que nos pasa cuando no llega Arcadio.
MARISA ARAGÓN WILLNER

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