Día 4. Fui nominada por la escritora Antonia Russo para integrar esta cadena de arte. La consigna es publicar durante cinco días, cinco obras de mi autoría y a la vez seleccionar cada vez, cinco poetas para que hagan lo mismo...hoy nomino al poeta Benjamín Araujo
El río y yo…
El río es impresionantemente bello. Hay de todo en este lugar, todo lo que puede llenar el espíritu. Muchos lo catalogarían como un sitio lleno de una sobrecogedora pobreza que intenta ocultarse púdicamente, a pesar de la ingenua sonrisa de sus habitantes. Pero no es así. Sólo los que ven con los ojos del alma pueden observar su belleza. Existe y es real.
En los confortables y adormecidos sitios donde vivimos, se ignoran absolutamente estas tierras. Aquí las palabras son algo más que palabras, ellas representan la verdad que circula por las ondas y se la puede tocar con los dedos que se llenan de vida al contactarlas.
En nuestras ciudades perdemos el aliento envenenados por una violencia que se esconde en las paredes, donde un alma nos habla para purgar su dolor y su miedo, preguntándose y preguntándonos constantemente ¿por qué? Ante esa pregunta que me arrolla y me sacude con toda su carga y agudeza yo me hago la siguiente: ¿dónde está el amor?, ¿dónde está su fuerza?, ¿dónde se esconde? Y me da temor pensar que todo sea una inverosímil esperanza que nos oculta el absurdo vacío, el cruel abandono. Y comprendo a esos miles de seres que levantan los puños contra el cielo clamando justicia.
Aquí donde estoy ahora es otra cosa. Aquí pierdes el aliento ante la simplicidad y la belleza de la naturaleza, humilde y grande a la vez. El alma y el cuerpo se complementan en una fiebre sideral entre la conciencia y la inconsciencia. Un deseo enorme de abandonar mi cuerpo físico se apodera de mí y una presencia amada desde los inicios de mi vida aparece desde lo más profundo de mi corazón arrastrándome hacia el río volviéndome una con él…
En los confortables y adormecidos sitios donde vivimos, se ignoran absolutamente estas tierras. Aquí las palabras son algo más que palabras, ellas representan la verdad que circula por las ondas y se la puede tocar con los dedos que se llenan de vida al contactarlas.
En nuestras ciudades perdemos el aliento envenenados por una violencia que se esconde en las paredes, donde un alma nos habla para purgar su dolor y su miedo, preguntándose y preguntándonos constantemente ¿por qué? Ante esa pregunta que me arrolla y me sacude con toda su carga y agudeza yo me hago la siguiente: ¿dónde está el amor?, ¿dónde está su fuerza?, ¿dónde se esconde? Y me da temor pensar que todo sea una inverosímil esperanza que nos oculta el absurdo vacío, el cruel abandono. Y comprendo a esos miles de seres que levantan los puños contra el cielo clamando justicia.
Aquí donde estoy ahora es otra cosa. Aquí pierdes el aliento ante la simplicidad y la belleza de la naturaleza, humilde y grande a la vez. El alma y el cuerpo se complementan en una fiebre sideral entre la conciencia y la inconsciencia. Un deseo enorme de abandonar mi cuerpo físico se apodera de mí y una presencia amada desde los inicios de mi vida aparece desde lo más profundo de mi corazón arrastrándome hacia el río volviéndome una con él…
Maigualida Pérez González
Venezuela
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario