jueves, 8 de mayo de 2014

HOMENAJE A JUAN GELMAN, Ericka Montaño Garfias

Cinco poetas recuerdan a Juan Gelman
No temas, los homenajes no buscan petrificarte
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Juan Gelman cumplió con sus propósitos de reivindicación de la memoria, siguió reflexionando y escribiendo sobre las causas que conducen al ejercicio del malFoto Roberto García Ortiz
Ericka Montaño Garfias
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de mayo de 2014, p. 7
Juan Gelman ocupa su lugar tanto en el canon como en la marginalidad. No temas Juan, los homenajes, sobre todo los póstumos, no pretenden petrificarte ni convertirte en estatua, dijo el poeta Hugo Gutiérrez Vega al finalizar el homenaje que este martes cinco poetas rindieron a su colega argentino, fallecido en enero pasado.
La ceremonia se realizó en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la que participaron los poetas José Ángel Leyva, Eduardo Hurtado, Marco Antonio Campos, Eduardo Lizalde y Gutiérrez Vega, quienes hablaron de la obra de Juan Gelman, quien nació el 3 de mayo de 1930 en Buenos Aires, Argentina. El sábado habría cumplido 84 años, 25 de los cuales vivió en México.
La poesía rindió homenaje al poeta. Se recordó al amigo, al poeta, al periodista. Al creador de palabras.
La presencia ausente de Gelman nos enseña la fortuna de su existencia. Su paso luminoso y ejemplar por este planeta. De Gelman aprendimos muchas cosas, en primer lugar su capacidad de amar al otro, su pasión justiciera, la fidelidad a la memoria y una voluntad inquebrantable por la verdad, pero sobre todo ello, la porfía en defender la palabra, en mostrarla como la herramienta espiritual que es. En trabajarla, como esa llave que abre la puerta del misterio para evidenciar otros misterios, dijo Leyva, quien señaló que la de Juan Gelman es una de las más originales y de mayor calado del siglo pasado.
“Gelman cumplió hasta el final con todos sus propósitos de reivindicación de la memoria, en términos de justicia por los crímenes cometidos a manos de las juntas militares Argentina y Uruguay contra su familia y las demás víctimas. Pero no lo celebró, siguió reflexionando y escribiendo sobre las causas que conducen al ejercicio del mal, buscando el máximo dolor del otro y su exterminio, por sus ideas, su origen su color de piel, sus creencias, sus preferencias. Juan lo tenía claro, por eso cuando en 2012 en el Palacio Bellas Artes le entregaron la medalla en plenos juegos olímpicos reivindicó la sabiduría de la inocencia. Dijo: ‘Como dijo mi nieto Iván a sus 11 años: peor que haber muerto es no haber nacido’”, recordó José Ángel Leyva, editor del libro amaramara que se publicará en unas semanas.
Juan Gelman era un hombre que siempre sabía escuchar más a los demás, al otro, recordó Marco Antonio Campos. No sólo eso, sino que estaba realmente preocupado por lo que a uno le pasaba o lo que uno vivía. Recordar que hasta el último día de su vida estuvo escribiendo. Tuve la fortuna, o no sé cómo llamarle, que me mandaba sus textos, que eran fragmentos de memoria, y era tan buen poeta en verso como escritor o poeta en prosa. No sé cuántos de esos fragmentos queden, tal vez 20 y tantos, y alguna vez se recordarán y son momentos de su historia y de Argentina intensamente vividos. Juan fue un hombre que vivió muchas vidas, también sobrevivió varias muertes.
Campos hizo comentarios al poemaCarta a mi madre, algunos de cuyos fragmentos cobraron vida en la voz de Eduardo Hurtado, quien de Gelman dijo:Lo siento vivo, está muy vivo.
Eduardo Lizalde, a su vez, habló delas dolorosas desapariciones de amigos, colegas, entrañables personajes que han ocurrido este año, este terrible obituario que hemos padecido. Una de las más dolorosas fue la de Juan Gelman. Habló de esa llamada que recibieron cada uno de los poetas que asistieron al homenaje, en la que Gelman les informó que tenía cáncer en el pulmón, inoperable, y que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Llevará tiempo estudiar a fondo su vasta obra, con todo y que lo hemos leído a fondo y estudiado muchos de sus colegas, puntualizó.
Hugo Gutiérrez Vega, director de La Jornada Semanal, poeta, diplomático y Premio Nacional de Ciencias y Artes, recordó aquel encuentro en el que mientras leía el poema que Juan Gelman dedicó a su hijo, no pudo contener las lágrimas. Ambos lloraron.
Buscar la luz, abrirse paso, entre la cerrada tiniebla, no aceptar la derrota y hacer de la desesperanza una manera de reconciliarse con el mundo, de hacer un pacto de no agresión o un acuerdo de tregua prolongada con la historia y todo sus errores, injusticias e insensateces.
La poesía de Juan Gelman, el argen-mex –siempre me corregía, decía: ‘dadas las circunstancias soy mex-argen’ y para nuestra fortuna escogió nuestro país para seguir adelante en la vida en su trabajo creativo–, reúne esas características y nos ayuda a reconciliarnos con los días y las noches y redescubrir el asombro y la 

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