martes, 6 de mayo de 2014

TRES POEMAS DE MARÍA VICTORIA ATENCIA

SAZÓN

    Ya está todo en sazón. Me siento hecha, 
me conozco mujer y clavo al suelo 
profunda la raíz, y tiendo en vuelo 
la rama, cierta en ti, de su cosecha. 

     ¡Cómo crece la rama y qué derecha! 
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo 
de vivir y vivir: tender al cielo, 
erguida en vertical, como la flecha

     que se lanza a la nube. Tan erguida 
que tu voz se ha aprendido la destreza 
de abrirla sonriente y florecida. 

     Me remueve tu voz. Por ella siento 
que la rama combada se endereza 
y el fruto de mi voz se crece al viento. 

                                De Cuatro sonetos (1955) y Arte y parte (1961)


 

EPITAFIO PARA UNA MUCHACHA

     Porque te fue negado el tiempo de la dicha
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas.
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico
y la tierra no supo lo firme de tu paso.

    Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente
-tal se entierra a un vencido al final del combate-,
donde el agua en noviembre calará tu ternura
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio.

    Quieta tu vida toda al tacto de la muerte,
que a las semillas puede y cercena los brotes,
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca
sabrás el estallido floral de primavera.

                                De Arte y parte (1961) y Cañada de los Ingleses (1961)


 

MAR

    Bajo mi cama estáis, conchas, algas, arenas:
comienza vuestro frío donde acaban mis sábanas.
Rozaría una jábega con descolgar los brazos
y su red tendería del palo de mesana
de este lecho flotante entre ataúd y tina.
Cuando cierro los ojos se me cubren de escamas.

    Cuando cierro los ojos, el viento del Estrecho
pone olor de Guinea en la ropa mojada,
pone sal en un cesto de flores y racimos
de uvas verdes y negras encima de mi almohada,
pone henchido el insomnio, y en un larguero entonces
me siento con mi sueño a ver pasar el agua.

                                De Marta & María (1966)


 



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