miércoles, 13 de agosto de 2014

LAS POSIBILIDADES DE LA INVENCIÓN O LOS UNIVERSOS IMAGINARIOS DE ALBERTO CHIMAL, Dalina Flores

Las posibilidades de la invención o los universos imaginarios de Alberto Chimal

Sé que quizás resulte ocioso y anacrónico traer a cuenta la retórica clásica para escribir sobre literatura contemporánea; sin embargo, cuando empezaba a involucrarme en los estudios literarios, me parecía que comprender las partes que la constituyen es un excelente inicio para entrarle a la exégesis literaria.
De acuerdo con Aristóteles, y a muy grandes rasgos, el discurso (cualquiera) se genera a partir de tres dimensiones: la inventio, la dispositio y la elocutio que explicadas, de forma también muy esquemática, la primera tiene que ver con el contenido, los asuntos que se abordan; la segunda, con la organización de los contenidos; y la última con los giros que le dan originalidad al texto, es decir, el modo y los rasgos del registro que proyectan sus particularidades.
Sin duda, el discurso literario se ha enfocado principalmente en esta última dimensión: el estilo y, en segundo lugar, a la estructura (elocutio y dispositio). Y precisamente por eso es que, para referirme a la obra de Chimal es necesario recapitular sobre la función de la inventio, pues en la mayoría de sus ficciones -de la extensión que sean, desde un cuentwito hasta una novela como La torre y el jardín- lo que predomina es su gran capacidad de invención; es decir de generar nuevas realidades, sólidamente estructuradas, para fundamentar las historias.
La obra literaria de Chimal apuesta a la creación de algo nuevo; no al arte como mimesis (recreación –en todos los sentidos), sino a la edificación de universos ilusorios que obligan al lector a co-construirlos en su imaginación.
Con exactitud casi mágica, su narrativa hace existir lo que no existe. Está configurada de tal manera que su virtualidad se posa en lo cotidiano para sacudirlo y extraer todo lo posible (entendido como todo losusceptible de ser) condensado en el ingenio de los lectores; es decir: Chimal revela y presenta la naturaleza humana desde mundos paralelos construidos en una ficción heterodoxa llena de posibilidades.
El lenguaje del autor mexiquense tiene la capacidad de crear realidades complejísimas cuyos límites son casi incalculables. Desde las palabras, sus universos se expanden y recrean nuevos conceptos y realidades. Su literatura, entonces, prioriza la dimensión inventiva de la composición por lo que la posibilidad de sus universos se convierte en un componente fundamental de su propuesta estética.
En una parte de la novela La torre y el jardín, queda muy clara una línea de su propia poética cuando uno de los peculiares narradores afirma: “[Molinar] hace años leyó en algún sitio […] que el universo era la mente misma de Dios: que nada (ni los planetas, ni los seres humanos) era más que un pensamiento en el interior de ese cerebro enorme.” (321), y de esta misma manera, el autor, a través de su obra, nos tiende un puente para habitar sus universos.
En este sentido, el autor, como demiurgo, funda un universo que existe en la plataforma de nuestra mente. Imaginar los universos de Chimal nos otorga la posibilidad de experimentar mundos en apariencia inexpugnables pero que cobran vida directamente en la del lector.
De ahí que su literatura, distinguida por su originalidad, sea como un viaje al vacío. Un vacío que se va llenando con significantes que adquieren materialidad a medida en que se nombran y se construyen.
Es verdad, por otra parte, que este tipo de literatura, llamada por el mismo Chimal como de imaginación, es difícil de abordar y requiere de una colaboración muy sólida y estrecha por parte del lector; por eso, un libro ideal para adentrarse en sus universos es su antología personal Manda fuego, donde podemos leer textos representativos de su propuesta estética, así como Gente del mundo o El viajero del tiempo, para después lanzarnos al vacío que ha de llenar nuestra imaginación, a partir de nuestro viaje por La torre y el jardín, novela indispensable, que lanza un reto directo a los límites de nuestros propios universos.

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