Ya no hay olvido, digo.
Porque tendés eslabones de arpegios
entre ese abismo ocre y asustado
de tu beso y el mío.
Ya no hay silencio, grito.
Porque intuís sinfonías azules
con fonemas de lluvia
cada tarde de lunes.
Porque vas construyendo palabras,
con acentos distantes,
que saben a caricia.
¿Cómo es que me construyes?
Si esta argamasa dulce de tu aliento
levanta mil paredes sobre ruinas de otrora.
Y hasta me nacen brotes, que huelen a crepúsculo,
pero saben a aurora.
Si en tu humedal del labio
Un Bautista acristiana mi nombre,
hecho de arcilla atónita.
Has dispuesto la pira, lo sé, no lo digás.
Me encanta el holocausto azul de tu cadera
y el carnero precoz con que acompañas
la blanca libación de mi deseo.
Un placer compartir con el talentoso compañero de letras Walter Barrantes...
ResponderEliminarfelicitaciones por su poesía
Un saludo afectuoso desde el Sur
Lilian Viacava