miércoles, 1 de agosto de 2012

TRES POEMAS DE ENRIQUETA OCHOA

Reencuentro ................................................ Preguntas guía
Eres tú
la que atraviesa el silencio y las tinieblas.
Qué cerca estás al fin.
------------------- Tu sonrisa se abre sobre mí
como flor de cristal llovido.
Me refresca la paz de tus pupilas
y en los nervios me duele
no haberte amado todo lo que necesitas.
Ambas debieron haber crecido en mí
Como una sola espiga,
alumbrando mis pasos de indecisa gacela.
Siempre temí perderlos
y fue mi corazón entre dos puntos
como un compás abierto goteando hieles.
Pero esta noche tu ternura me salva los temores
y te reencuentro a través de mis manos
que presionan la frente en horas duras.
Y en mis pasos macizos,
------------------- y en las miradas húmedas.
Lo ves, lámpara que iluminas mi pecho intrincado:
ya no puedo perderlos
aunque nos medie la distancia
y un secreto dolor nos martirice.
Voy a enfrentarme al mundo tímida y confusa,
intuitiva y humilde.
Porque tal es el patrimonio
------------------- de tu sangre en mis venas.


______________________________________ Marianne
Después de leer tantas cosas eruditas
estoy cansada, hija, por no tener los pies más fuertes
y más duro el riñón
para andar los caminos que me faltan.
Perdona este reniego pasajero
al no encontrar mi ubicación precisa
y pasarme el insomnio acodada en la ventana
cuando la lluvia cae,
pensando en la rabia que muerde
la relación del hombre con el hombre;
ahondando el túnel cada vez más estrecho
de esta soledad —en sí , un poco la muerte anticipada.
Qué bueno que naciste con la cabeza en su sitio
que no se te achica la palabra en el miedo,
que me has visto morir en mí misma cada instante
buscando a Dios, al hombre, al milagro.
Tú sabes que nacimos desnudos, en total desamparo,
y no te importa
ni te sorprende el nudo de sombra que descubres.
Todo se muere a tiempo y se llora a retazos,
has dicho.
Sin embargo,
es azul le cristal de tu mirada
y te amanece fresca el agua del corazón,
quitas fácil el hollín que pone el hombre sobre las cosas
y entiendes en tu propio dolor al mundo.
Porque ya sabes
Que sobre todos los ojos de la tierra
Algún día, sin remedio, llueve.



 

__________________________________________ Bajo el oro pequeño de los trigos
Si me voy este otoño
entiérrame bajo el oro pequeño de los trigos,
en el campo,
para seguir cantando a la intemperie.
No amortajes mi cuerpo.
No me escondas en tumbas de granito.

Mi alma ha sido un golpe de tempestad,
un grito abierto en canal,
un magnífico semental
que embarazó a la palabra con los ecos de Dios,
y no quiero rondar, tiritando,
mi futuro hogar,
mientras la nieve acumula
con ademán piadoso
sus copos a mis pies.

Yo quiero que la boca del agua
exorcice mi espíritu,
que me bautice el viento,
que me envuelva en su sábana cálida la tierra
si me voy este otoño.



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