lunes, 13 de agosto de 2012

Una muestra de Jeniffer Moore (5 poemas)


Poema al ruiseñor de la tarde

Ruiseñor de la tarde canta, canta
alza tu voz en la infranqueable ermita,
con tus nudillos de oro, golpe a golpe
cincela un verso que llueva sobre el mundo.

Sabueso diligente de las madrugadas, canta
llueve sobre tu lengua, llueve el campo
un animal herido ruje en cada gota
huye al trigal donde se oculta el viento
buscando el pan que espera en los molinos.

Por eso canta, canta, ruiseñor y no calles,
captura el horizonte con tu red de lágrimas.
Los peces te veneran, te aman las auroras,
tus pies encienden la bahía.

Y canta, canta que las puertas ceden
cuando desgranas raudo la espiga de tu verso.
  
Águila regia

Murmuras enredado en las acacias
por donde el verso transita luminoso
y descifras la lluvia sobre mi frente
plagada de vocales.
Crecen dalias silvestres desde tus labios
 y espantan soledades, limpian la herida.
En tu tronco se enrosca la luna nueva
bajo tu verde hoja, mi albur de ansias.
Ay, cuando la noche trae sus aguas dulces
y se desploman por entre las piedras
ladera abajo, suspiro
que ya no puede contenerse.

Dame sobre mi pecho la medida de tu sangre,
dame tu corazón de águila regia
victorioso y eterno.


Por el dolor con que me dueles

Por el dolor con que me dueles,
la sobriedad oscura de tu beso,
y esa lánguida extensión de tu sonrisa.
Por el cayado seco que me diste
el abrigo procaz del abandono,
el filo desdentado en tus puñales.
Por la sonora respuesta con que callas
mordaz como la hiena
en ese Caminito pintado de locura.

Por el dolor con que me dueles
día tras día, a pesar del trino
luna de mi desvelo naces
sobre el león  exhausto que lame tus orillas.

Por todo este dolor con que me dueles
me ha convocado el amor de nueve Musas
y todas lloran conmigo y luego cantan
sobre mi lengua virgen.



Amor del que no muere

Amor, amor
amor del que no muere,
hecho de raudas cenizas emigrando
desde la bruma y la maleza.

Amor, bajo párpado insomne
osado y tembloroso.

Amor y amante en vuelo,
turba gentil de golondrinas
dejando atrás los quietos campanarios.

Ama el que oye musitar al almendro
con sus brazos florecidos en la noche.

Ama el jazmín hecho fragancia nívea
y ama el cuervo brillante, entre las ramas.

Amor del que no muere,
pasa una vez, sin anunciarse
como una  ráfaga de luz entre las sombras.

Soneto de Amor

Sin temer la distancia, ni a caminos trazados
sobre el espino ardiente de las desilusiones,
nos vimos  en la niebla  de cielos apagados
y huyeron los cerrojos de todas las prisiones.

Si en el tiempo  ha crecido la flor de la confianza
por designio de Alguien que gobierna en la altura,
andaremos en gozo,  en virtud, en  labranza
ignorando las  sombras con bitácora  pura.

Y seremos  un tibio resplandor  en esencia,
fructificando unidos cada día  triunfal:
Escudo  victorioso que disipa la ausencia;

reunidas nuestras voces  en un canto ancestral
daremos el presente en la gran comparecencia:
alzando sobre el mundo del  Amor la señal.
Jeniffer Moore

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