Qué mejor lenguaje que los versos de tu piel. ¿Recuerdas mi asombro ante el monstruo de metal y sus luces cómo árbol navideño? ¿quién de los dos cerró a quién los ojos? Ambos nos sorprendimos, yo por ti, tú por mi placer de verte feliz. Todo tu eres mi braille, un titilar de viento frío, escarcha de vaho entre las bocas. ¿Quién besó a quién? No hubo preguntas, tus labios adheridos a mis labios cómo lengua en el hielo respondieron los suspiros. ¿qué color tienen tus pupilas si para mi son transparentes? Duermo a tu lado, tus brazos atenazan mi cintura, tus manos recorren el perfil de mi cuerpo, murmuras en mi oído que te gustaría comerme.
Me aprieto contra tu pecho durante interminables canciones, te vas quedando dormido con mi mano en tu vientre y respiras amor, mis poros se crispan al sentir tu desnudez, me sumerjo en el recuerdo de nuestras contracciones unísonas. “Te amo, te amo”, gritan tus lumbares, tu cadera adolorida. “Te amo”, responden
mis húmedos muslos.
Fuimos creados para encontrarnos y reencontrarnos, para advertir al mundo que hay sentimientos que van más allá de la tecnología, la distancia y la edad. Te quiero tanto que la muerte breve podría ser un suicidio eterno si juras seguir pecando conmigo.
Lz
Del libro: Cartas a mi misma
Fuimos creados para encontrarnos y reencontrarnos, para advertir al mundo que hay sentimientos que van más allá de la tecnología, la distancia y la edad. Te quiero tanto que la muerte breve podría ser un suicidio eterno si juras seguir pecando conmigo.
Lz
Del libro: Cartas a mi misma
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