miércoles, 14 de noviembre de 2012

De Kike Gómez, de Colombia


Solía tener un camino,
pero la blanca nieve
de sedantes esponjosos
dulcemente lo han cubierto
y aquí me han postrado...
Ofrecedme agua,
pequeño niño,
está sobre la mesa
pero no la alcanzo,
me pesa el cuerpo
incluso más que el alma...
Traedme otra!
te exijo con desquicio,
y mis uñas clavadas
en las sábanas secas,
porque quiero silencio
y no lo consigo...
Quizá tengas miedo...
Deja entonces
la luz encendida
que yo apagaré la mía
y abrazaré los cojines
de la noche sombría
que llevo dentro...
Deja la luz encendida
o me volveré de piedra,
haz que brille
a través de la cortina
para no sentirme solo,
para engañarme
aún nadando
en la inconsciencia
que me refugia
y me causa agrieras...
Piensa fervientemente
que sueño con flores
mientras duermo,
aunque más que dormido
esté desvaneciéndome
tú no debes saberlo...
Cree, en tu inocencia,
que esas sombras filosas
bajo mi almohada
son sólo epitafios
que yo me invento,
y no duendes carroñeros
mordiéndome la fantasía...
Sé fuerte, pero llora
y llámame, llámame,
llámame a casa...

Llámame, llámame,
llámame a casa!
que pronto seré libre
y todas las quimeras,
llameantes y negras,
que contrastaron
con estos sedantes,
habrán valido la pena,
porque estaré vivo,
y las paredes
se hundirán en mutismo....
Kike Gómez
Noviembre 13 de 2012.

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