EL SONIDO SIN FONDO DE LA PUERTA
Vuelve a llamar. Toca de nuevo la madera remota de esa puerta. Nadie está encasa. Los últimos habitantes partieron al amanecer de un día, al que tú no has
llegado. Vuelve a tocar. Tú no buscas a nadie, sólo necesitas el sonido sin fondo
de la puerta, la esperanza de una voz que responda, que justifique el origen de la
memoria para poder partir. Hay otra puerta abierta. Los muertos dejan allí vasos
de agua, flores que no han nacido todavía. Pero tú evitas ese umbral sospechoso.
Sabes que si lo cruzas volverás a ser niño, y ya no te alcanzarán las fuerzas para
llegar hasta donde estás ahora, tocando a la puerta de una casa que ni siquiera
desconoces, con la esperanza de una voz que te deje partir a ningún sitio.
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