Tocar a Dúo
JESUS CORDERO[mediaisla] En «Solo de flauta» la sincronía se aprecia desde su titulación hasta su organización interna. La variedad de temas, su estilo y forma complementan lo que todos buscamos en la literatura, algo de sentido.
No sé si por mala costumbre, o por la fuerza imponente de otra razón, siempre he deseado que las presentaciones de libros sean mucho más breves cada vez. A lo mejor he notado en los rostros de los asistentes, ciertas variaciones gesticulares que pudieran parecerme una muestra de la desesperación por salir de los cargados espacios escogidos para tales fines. Fines que se desvirtúan en el desarrollo, pues suelen convertirse más en escenarios para el circo, que para la apertura a la luz del material gestado.
No sé si por mala costumbre, o por la fuerza imponente de otra razón, siempre he deseado que las presentaciones de libros sean mucho más breves cada vez. A lo mejor he notado en los rostros de los asistentes, ciertas variaciones gesticulares que pudieran parecerme una muestra de la desesperación por salir de los cargados espacios escogidos para tales fines. Fines que se desvirtúan en el desarrollo, pues suelen convertirse más en escenarios para el circo, que para la apertura a la luz del material gestado.
Les cuento: en la presentación de una novela a la que asistí por insistencia de un amigo escritor, luego que nos sentaron por más de una hora, apagaron las luces y nos repartieron armas de fuego a cada uno, con frases del libro publicado, y luego que expusieron como de costumbre exponen varios amigos del escritor, ya que para estos casos los enemigos no cuentan, cada uno con un discurso de cualidades todas positivas acerca, más del autor que del propio libro, vino el turno para los amantes y seguidores de teatristas y artistas del performance. Por desgracia las puertas estaban cerradas y el humo de unos cigarrillos extraños casi nos mareó a los que todavía, no se si por gracia o desgracia, pensé en ese momento, no poseíamos unos de los principales secretos del ser bohemio, el maldito hábito de fumar. Les juro que desee fumar, así hubiera evitado el marearme y caer de espaldas sobre el piso de madera mojada, en la salida del pabellón de autores dominicanos.
Pero les soy sincero, sentí un profundo dolor al descubrir que las armas no eran de verdad, pues el primero que se iba era mi querido y estimado amigo, el escritor que mi invitó.
Tal vez lo que me afectó fue una intrínseca y pequeñísima furia literaria, surgida así de repente, producto de un síndrome extraño de juventud inadaptada, o algún otro mal de esos que identifican a diario médicos de la USA, que veo en noticiarios de transmisión local, con poses cómicas y acentos internacionales. Creo que todavía soy un poco atrasado en estos menesteres y no me acostumbro a los cambios tan radicales en lo que tiene que ver con los actos referentes a libros.
Creo en el respeto y la distinción que merece el escrito. Más en ocasiones que hasta su propio autor, pues este será parte de cada uno de nosotros, nosotros indudablemente siempre seremos en él.
Creo en el respeto y la distinción que merece el escrito. Más en ocasiones que hasta su propio autor, pues este será parte de cada uno de nosotros, nosotros indudablemente siempre seremos en él.
Solo habría que buscarse en un espejo tan sencillo y humano como este:
Al LADO DEL BAR DE SUMA quedaba el hotelito, y junto a él el baldío donde amarraban sus mulas quienes bajaban de las montañas a vender sus cosechas de frijoles y papas. Olía a estiércol de bestias y a peras maduras; era extraño pero me gustaba corretear sorteando esa especie de terreno minado. Después crecí, comencé a oír canciones tristes, desoladas, mil veces repetidas en la vellonera; y con el pelo suelto, una muchacha alta, delgada casi, silbaba en la ventana. Lucia cierta alegría en unos ojos que aparentaban triste. Yo sólo miraba…era tan tímido como ella. Más de una vez cambié de nombre para abordarla,… más adelante dice: como cualquiera nosotros…con el cuaderno sucio de su nombre que aprendí sin darme cuenta. Tupidos arbustos, pág. 54
Éste, uno de los tantos cuentos breves que nos ofrece René, pudiéramos situarlo no muy lejos de donde estamos, mi barrio jeringa, hace ya unos veintiséis años, en la cañada donde pescaba toronjas, chinolas, potes de jugos Rica, alegrías con Cristina poco pelo y alergias incontables, jamás curadas en el hospital, sino con los ensalmos y zumos de hojas verdes que nos hacían doña Lolita la madre de tío Willy y Güela esperanza a quien siempre acusaron de que se chupaba los muchachos.
Por los rasgos culturales y las tradiciones que nos identifican, nuestras historias y personajes siempre serán los mismos, la diferencia entre un escrito y otro estará en la forma y estilo en que nos cuenta el autor.
Creo encontrarme con Güela esperanza en estas páginas: “no niego que lo oí, que lo oímos todos. Era apabullante, sordo y desagradable, ese aspar que nos hacía presumir que unas enormes y pesadas alas cernían sobre nosotros y podían hasta aniquilarnos. Pálidos, callados y tensos nos movíamos por las habitaciones de la casa nueva. Marcia rezaba apresurada; Laura, en un rincón, acallaba un llanto que, por momentos, podía estallar con histéricos gritos; Marcia, moviéndose de un lugar a otro, rebuscaba por los rincones, presurosa, nerviosa, pero segura de sí; segura de que sabía dónde estaba el resguardo con el que debía proteger al pequeño Javier; porque, según Manuelico, que todo lo sabía, la bruja del lugar andaba desandando los pasos, y quería chuparse a un recién nacido… (De pronóstico reservado págs. 30-31)
Siempre seremos en el escrito, sobre todo si quien escribe tiene los mismos encuentros culturales, nos tocan las mismas costumbres y nos suceden los mismos actos sociales, sino vividos, si leídos o escuchados de otros que han tenido la grata experiencia de los años, de la vida.
Quien no tuvo la oportunidad de levantarse, hablar bajito o no hablar, por miedo a sucesos que según la tradición provocan a seres extraordinarios y que despiertan su furia, a quien no le dijeron algún día sobre todo nuestros abuelos, de que si echábamos, malas palabras o San Antonio, nos convertiríamos en tales o cuales cosas.
Nuestra víctima más cercana lo es Jorge: “Jorge se alejó aleteando y nos dejó una desazón y mal sabor que duró toda la mañana de aquel viernes…Laura fue la primera que advirtió algo raro, cuando lo ojos de Jorge comenzaron a tornarse redondos, redondos y se alejó nadando, nadando río abajo, después de haberse puesto a vociferar que Lolo era un mentiroso, y que él hablaba y hablaba y voceaba todo lo que se le antojara sin importarle que fuera Viernes Santo. (Termina en pez Págs. 26-27).
Lo del tiempo en las presentaciones, a lo que me referí anteriormente, no se da por simples especulaciones mías, sino más bien porque los mismos tiempos están llenando a los seres humanos de tantas ocupaciones que innegociablemente ha tenido que variar su estilo de vida, la misma se le está volviendo mucho más compleja. Ya lo mencionábamos en unas notas que hiciéramos acerca del micro relato o mini cuento, el mismo se ha puesto en boga debido a la escases de tiempo que posee el hombre. Los avances tecnológicos, por solo mencionar una razón y la necesidad de adaptar nuestra literatura a ellos, ha hecho variar en cuanto a la extensión de los textos y la forma de presentarlos, pues se torna más visual, casi fotográfico. Si el autor quiere ser leído a través de los medios electrónicos tiene que condensar en un espacio excepcionalmente breve, las múltiples historias que en el pasado requerían tantas páginas y en ocasiones libros completos.
Es que resulta tan cómodo para una persona como Daniel García, quien lee desde su iphone cuatro con treinta y dos gigas de memoria y con una alcance fotográfico de ocho mega pixeles, y en el que les confieso todos en el trabajo nos hemos retratado, leer por ejemplo:
“A las tres y treinta de la tarde, como cada jueves, el recibe su correspondencia. La mima. Vuelve tras sus pasos hasta la terraza de su vieja casa solariega. Apoltronado, manso y tranquilo en su ajustada mecedora, espera que llegue ella, como cada jueves a esta hora, su fiel y antigua servidora, doña Luz, calientito, aromoso, tetera humeante, tasa azul y clásico diseño, de manzanilla tierna por su puesto, y el abre el sobre y como si leyera una comunicación de siglos vierte en la humeante taza de té el contenido de ese sobre que por milenios y milenios ha recibido en su buzón, como cada jueves, de remitente desconocido, pero siempre dirigida a Lot, el único que conozco. (Buzón de sal, pág. 33).
La brevedad es la magia de la cuentística actual. Es un reto al escritor. Una oportuna forma de mantener al lector atrapado. Envuelto en lo que le parecería una historia, y que no es más que un encuentro interactivo entre texto, autor lector, personajes, situación, etcétera. Es en realidad una especie de conversación que, si decidiéramos nombrarla de alguna manera, debería llamársele, Literatura del Chat.
Monterroso sería la formula, con la única variante de que toda su obra la mató el dinosaurio. Aunque, respetando la distancia y el nivel, y descargando la responsabilidad de lo que diga en hombros de la Fundación Literaria Aníbal Montaño, prefiero referirme a textos de escritores mucho más cercanos como David Alexander Sena, y los sueños de Franklin, o los cuentos sobre Putico, de Andy Heredia, o los de Alexis Aybar, en juego, o los de Güigni, siempre limpios y en la medida justa, sin espacio para el desperdicio. O los de K.R. que descubro, más en la web que en su propio cuaderno.
Creo que para René, con su vasta experiencia literaria debió haber sido fácil encontrarse con el cambio. Con la variación de una literatura extensa a una que puede contenerse hasta en una sola palabra.
Como poeta, busco en los escritos esa parte que da razones humanas para el acercamiento y la intimidad del autor. Sin dejar de ser narrativa, hay evidencias más que suficientes para decir a nuestro escritor que su apego a la poesía queda demostrado también en este libro. Y es que hay una poética en la cuentística, quizás sea lo que la hace más humana e interesante. Leamos:
“Ella bailaba bachatas. Fumaba mucho. Hablaba alto. Se aferraba a mí, hiedra en la tarde. Se adentraba en mí. Me hablaba de su infancia. De un pueblo de juguetes con callejuelas de lloviznas…Pie de amigo, fragmento pág. 41.
O en texto como Pez en el aire: Aspiro, Respiro Y Suspiro. Me sacudo el grafito gris que me perfila. Floto como espuma, como nube. Me vierto. Entro y salgo por invisibles ranuras de la tarde. Más adelante dice: miro hacia afuera y me veo por dentro, fofo como una lila mustia fuera del fangal…Fragmento pág. 44.
Solo de flauta es musical, donde oportunamente se confunden los géneros, con el fin de enriquecer nuestra literatura. En Solo de flauta la sincronía se aprecia desde su titulación hasta su organización interna. La variedad de temas, su estilo y forma complementan lo que todos buscamos en la literatura, algo de sentido. Sentido de la irrealidad, de la realidad. De los mundos encontrados y creados a cada instante.
Solo de flauta no es un libro de cuentos, pues los libros de cuentos ya al leerlos vamos pre avisados. Solo de flauta es una experiencia de vida, que nos trae René. Y es que he llegado a la conclusión de que la literatura de estos tiempos no se cuenta. Se muestra al lector. Lector activo por supuesto, quien da sentido, forma y la aplicación que se ajuste a sus comodidades, necesidades o apegos.
Tres libros he tenido en mis manos estos últimos días, los cuales más que leerlos, lo que he hecho es disfrutarlos en cada una de sus líneas. Uno recomendado por Mi gerente, Wilfred Hernández, mi gerente, y que lleva como título El mapa para alcanzar éxito, de Jhonn C. Maxwell, No puedo tocar el piano, de Darihanna Mesa, ySolo de flauta, de René Rodríguez Soriano, no quiero invitarlos a leer este libro, sería demasiado simple y común, quiero invitarlos a disfrutar, a vivir la literatura que nos trae René. | jc, san cristóbal, rd jkilecordero@yahoo.es
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