Siempre hay un origen para todo.
La oscuridad, la nada,
fue un comienzo.
La transformación,
la prolongación de todo
ya es un milagro.
Siempre hay un principio
una primera vez.
Barro
hombre
mujer
árbol
fruta,
tentación perpetuada
a través del tiempo.
La ira, una sentencia,
un castigo inclemente.
Expulsión,
éxodo a tierras sin almas
y sin nombres.
Exilio obligado, repetido
en todos los espacios y tiempos.
Andamos, andamos y andamos.
Sudor, ríos germinando,
océanos de lágrimas diseminadas
por los caminos de la vida.
Andar y andar,
andar tras los pasos perdidos.
Almas errantes
prolongadas en el éxodo infinito.
Andar y andar en busca
del paraíso perdido,
escondido detrás
del polvo de los caminos.
Volver a los comienzos de la nada.
Volver a los orígenes
donde nada ha terminado.
Remece el árbol de la vida,
ese que quedó abandonado
en un rincón
del Edén milenario
La oscuridad, la nada,
fue un comienzo.
La transformación,
la prolongación de todo
ya es un milagro.
Siempre hay un principio
una primera vez.
Barro
hombre
mujer
árbol
fruta,
tentación perpetuada
a través del tiempo.
La ira, una sentencia,
un castigo inclemente.
Expulsión,
éxodo a tierras sin almas
y sin nombres.
Exilio obligado, repetido
en todos los espacios y tiempos.
Andamos, andamos y andamos.
Sudor, ríos germinando,
océanos de lágrimas diseminadas
por los caminos de la vida.
Andar y andar,
andar tras los pasos perdidos.
Almas errantes
prolongadas en el éxodo infinito.
Andar y andar en busca
del paraíso perdido,
escondido detrás
del polvo de los caminos.
Volver a los comienzos de la nada.
Volver a los orígenes
donde nada ha terminado.
Remece el árbol de la vida,
ese que quedó abandonado
en un rincón
del Edén milenario
Del poemario en preparación, El árbol de la vida
Norton Contreras Robledo (Chile)
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