Nos detuvimos suspendidos Entre la afirmación y la negación Estudiábamos ambas por igual Tanto la ganancia Tanto el daño Además los sentimientos no cuentan En la misma proporción El peso colosal en el lado más ligero Pero cómo es posible te preguntas Cómo puede Una pobre hoja marchita Dos palabras que no tenían importancia Tener tanto poder y dominio
Y sin embargo tratas en vano De traer equilibrio a la balanza Funcionan entonces otras leyes de la gravedad Perdido el equilibrio Aunque tengas todos los ruiseñores de la primavera Y hayas llenado todos los jardines con rosas y jazmines Y las noches y desvelos con canciones ¡Ah! nada de eso tiene el peso Siquiera del pelo de una pluma
¿Para qué queremos entonces los sentimientos? Quiero decir tus sentimientos Mercancía barata y dañina Con nulo valor de cambio Cuando son tuyos Pero invaluables cuando son del otro –¿Sentimientos del otro?
–Digamos que esos también son sentimientos.
Véase La Jornada Semanal, núm. 774, 3/I/2010 Versión de Francisco Torres Córdova
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario