TILIKUM, UN MUCHACHO INCOMPRENDIDO
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u padre filmaba a la ballena y sus movimientos que repetían torpemente el baile de la entrenadora, era el cumpleaños número diez del pequeño. Por unos segundos se distrajo, bajó la cámara, pero en los últimos fotogramas de su grabación regresó a la escena. Ahora las dos estaban dentro de la piscina, la orca se acercaba a la instructora con la frente fuera del agua, Dawn Brancheau la miró como diciéndole “eres una traviesa”. Segundos después, con la videocámara en off, Todd Conell y su hijo observaron cómo el animal la ahogaba. Inmediatamente fueron desalojados hacia la tienda de souvenirs. Brancheau murió bajo el agua el 23 de febrero de 2010 en la piscina de Sea World. Esta escena me recordó el instante en que Moby Dick, la ballena blanca en la novela de Hermann Melville, dirige su semblante hacia los botes de caza desde los que Ishmael observa la batalla: “el cachalote giró en redondo para presentar su frente lisa al enemigo” (cap. 35). Captado momentos antes del deceso, el fotograma de la orca y su entrenadora es parte de una película en que la actriz principal fue la ballena. Quizá por lo que vino después, me parece que el animal en esta imagen de aficionados no se asemeja al personaje que ha construido el parque durante tantos años. Imaginemos que un grupo de extraterrestres nos lleva a otra galaxia para que bailemos con la botarga del Dr. Simi puesta encima. Las orcas sufren una violencia similar. En el Sea World de Orlando, las orcas como Tilikum viven cautivas no sólo del parque sino también de una imagen tan “real” como la de Mickey Mouse, el ratón de felpa alcalde de Disneyworld. Para el visitante del parque los rasgos de estas ballenas son similares a los de la antropomórfica botarga que las representa. En cada show la doble hilera de colmillos en sus mandíbulas dibuja una amigable sonrisa. Shamu, nombre del principal icono del parque, es también el alias que, desde 1962, comparten las orcas que hoy actúan en los distintos espectáculos con las fallecidas en el acuario. Tilikum hacía acrobacias bajo este seudónimo en el show llamado Believe. Conocimos su verdadero nombre gracias a su conducta “delictiva”. La maldad que se le asignó a la ballena comenzó con la crónica oficial de los hechos. Brancheau acariciaba a la orca macho más grande en cautiverio, cuando el animal la arrastró a la parte profunda de la piscina, la tomó por el cabello y la sumergió hasta que el líquido llegó a sus pulmones. Según las autoridades encargadas, la ballena tiene antecedentes penales, esta orca había atacado a otro entrenador y estuvo involucrada en el asesinato de dos personas más que habían caído en su estanque. Los antecedentes de Tilikum, el asesino, señalan que de niño fue atrapado en el mar de Islandia, separado de su madre cuando apenas tenía dos años y revendido al acuario de Florida. Vuelto un individuo, la prensa postuló constantemente su intencionalidad criminal. Se dice que tras su primer asesinato se le condenó a vivir separado del resto de las orcas del acuario. Algunos señalan que esta segregación era la causa de su nivel de ansiedad y de su conducta violenta. El New York Times, al preguntarse si el asesinato fue premeditado o no (“Intentions of Whale in Killing are debated”, 26/02/2010) terminó por edificar la imagen de un acusado en un tribunal. Graham Worthy, un experto en ballenas de la Universidad Central de Florida, rechazó la hipótesis de una conducta asesina premeditada. Sin embargo, después de exponer con precisión sus argumentos, afirmó: “cuando conviví con Tilly me pareció que era un muchachote incomprendido”. Una de las consecuencias de la reproductibilidad de la imagen, en la fotografía o el cine, fue una pérdida en nuestra experiencia de la singularidad de las cosas, en beneficio de su perfil más estereotipado. Descripciones como las citadas arriba acompañan la foto más común de Tilikum en la prensa, donde se le ve “meditabundo” y “a solas” en su estanque. La imagen y el discurso que rodearon al cetáceo paradójicamente funcionaron como un obstáculo que impedía pensar el hecho, pues construyeron una “segunda naturaleza” complaciente con las preconcepciones de nosotros los espectadores. La orca pronto quedó atrapada en un nuevo estereotipo, el de un homicida. Tilikum logró marcar su territorio fisurando la supuesta bondad que lo caracterizaba. Por tiempo indefinido no participará más en los espectáculos. La perspectiva del asesinato que captó Todd Conell en su videograbación es quizá testimonio de una vivencia que borró a Shamu de la mente de aquel niño. Como Ishmael ante Moby Dick, el pequeño tuvo la oportunidad de descubrir algo muy especial el día de su cumpleaños, la singularidad de una ballena, los rasgos y acciones que le dan fuerza a su nombre propio. Suspendido por algunos días tras la muerte de la entrenadora, en marzo del 2010 fue reanudado el espectáculo de ballenas. Después de proyectar una presentación en memoria de Ms. Brancheau, antes de comenzar la función, el público reconoció el riesgo que corren los entrenadores con un solemne y prolongado aplauso. Ese día, no obstante, los hombres y mujeres con traje de rana no nadaron con las orcas. El parque ha prohibido que se sumerjan tras la cortina de agua en la que nada la bestia. Guiarán el espectáculo desde la orilla de la piscina hasta que los “móviles” del asesinato hayan sido aclarados. |
Imagen
Todd Jason Baker [freespiritgallery.ca] |
viernes, 3 de mayo de 2013
TILIKUM, UN MUCHACHO INCOMPRENDIDO, Juan Pablo Anaya (Tomado de la Revista Mexicana de las Letras)
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