Oración
Por Juan Carlos Quiroz
2 de diciembre de 2008
No rebusquen más mitos en mis labios.
Soy la furia salvaje de una criatura
abandonada en el monte...
Enriqueta Ochoa
Soy la furia salvaje de una criatura
abandonada en el monte...
Enriqueta Ochoa
Que el silencio no se extinga, que se esconda en esa leve ranura de la noche. Que este día se quede grabado en el alma de una piedra milenaria, justo ahí, en medio de las carnes de Pandora. Que el sonido forme un reflejo inesperado de cipreses, un destello de ocarina en cualquier ciudad del África sombría. Otro sitio y otro tiempo será siempre el adecuado para no ceder ante el miedo y la marea, para no guardar este hilo de palabras que comienza dentro de tu cuerpo. Tu nombre, tu nombre sobre el mar es sólo una castaña deslumbrante, sobre los filos más finos de la arena, es un crepúsculo de estambre a la deriva. Hay un torreón de sol a las cuatro de la tarde, música de Mozart tiñendo el oído de Enriqueta.
Señor
que la luz eterna ilumine su camino
y que ella sin ninguna condición
pueda habitar en tu morada
que la luz eterna ilumine su camino
y que ella sin ninguna condición
pueda habitar en tu morada
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