No desdeñes
el humo,
el fuego,
las cenizas.
Cada uno
reivindica como puede
su fragmento de muerte,
lo torna manejable,
modela
su argamasa,
su barro aletargado,
le da forma de árbol,
conciencia de cigarra,
le modula una voz
parecida al armonio
al arpa
a la guitarra,
le presta
un alma casta
como la de los pájaros,
y la muerte
se vuelve semilla,
membrillar,
algarrobo,
utopía,
bandada de perfumes,
pandero,
maderamen,
se preña de luciérnagas
y transmuta en milagro.
Ana María Garrido
el humo,
el fuego,
las cenizas.
Cada uno
reivindica como puede
su fragmento de muerte,
lo torna manejable,
modela
su argamasa,
su barro aletargado,
le da forma de árbol,
conciencia de cigarra,
le modula una voz
parecida al armonio
al arpa
a la guitarra,
le presta
un alma casta
como la de los pájaros,
y la muerte
se vuelve semilla,
membrillar,
algarrobo,
utopía,
bandada de perfumes,
pandero,
maderamen,
se preña de luciérnagas
y transmuta en milagro.
Ana María Garrido
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