sábado, 15 de diciembre de 2012

NOVIEMBRE, Efraín Bartolomé


NOVIEMBRE

Yo tuve una mujer. Era noviembre: mes transparente,
aéreo, delgado como 
un fino cristal,
como una laminilla del ópalo más frágil

Teníamos una casa.

Nuestra casa tenía un patio accidentado
donde brotaba una gran roca oscura:
tronco del tiempo, raíz de un gran dolor.

Patio de piedra negra y hiedra verde bajo la sombra de los robles.
Piedras con musgo en la estación de lluvias
y manchas ocres en el noviembre funeral.

Fue en un claro noviembre:
yo tuve entre mis manos la urna y aún quemaba.

Nunca estuve más solo que en noviembre.
Nunca estuve más solo en los primeros aletazos del frío:
sólo la roca negra guardaba para mí un poco de sol pálido.

Anochecía.
Tras la cortina verdinegra veía arder a ciudad: la gran herida:
millones y millones de lenguas articulando billones de palabras:
ninguna para mí.

Yo quería mirar
pero del cielo fracturado
se desprendían ya los primeros fragmentos.

Noviembre ya tenía la voz enronquecida.

Vendrá otra vez noviembre
Y otra vez.
Y otra vez.

Y yo seré un anciano de voz pausada y frágil
que guardará en su pecho
como una fruta seca

un corazón pequeño
ligeramente amargo.

EFRAÍN BARTOLOMÉ



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