domingo, 10 de marzo de 2013

EL ARTE DE LA SELECCIÓN, Fabrizio Andreella *


El arte de seleccionar: de los 10 mejores a la construcción del Yo

Alter Ego, Maurice Ciapponi
Fabrizio Andreella*
fabrizio108@yahoo.com
Selección
Los historiadores fueron pioneros en una tarea al mismo tiempo abrumadora y excitante. Después los acompañaron los periodistas. Ahora todo lector/televidente/usuario de internet, es decir todo mundo, realiza esta labor. Algo que, dada la pericia que requiere y la general falta de preparación que tenemos, podría definirse como arte: el arte de la selección.
Explorando la realidad –o mejor dicho, su manifestación–, el historiador, el periodista y el consumidor de información no pueden limitarse a la comprensión y aclaración de lo que ocurre o ha ocurrido, porque ¿qué es lo que ha ocurrido? Esta es la pregunta inicial de cualquier análisis serio sobre la “escena del crimen”. Escoger, entre la gran jungla de circunstancias, los acontecimientos que puedan narrar una historia probable, creíble y lo más cercana a la verdad es la operación primaria para reunir pruebas de manera escrupulosa.
Historiadores y periodistas tienen –o deberían tener– en su formación técnica los instrumentos para este tipo de investigación. El consumidor de noticias, en cambio, se halla desprovisto de ese maletín de equipo profesional, porque, hasta la aparición del mundo digital, el periodista y el historiador eran su filtro técnico entre los hechos y lo noticiable. Ahora todo ha cambiado, ya que la comunicación, entrelazándose ambiguamente con la información, ha invadido el tiempo y el espacio cotidianos. ¿Riesgo u oportunidad? Como siempre ocurre, es un gran peligro para la mayoría y un beneficio para pocos afortunados.
Multiverso
El arte de la selección resulta hoy en día indudablemente necesario para orientarse –y evitar ser simples esponjas absorbentes– en el cosmos informativo que vivimos. La etimología impide seguir utilizando la palabra cosmos en este contexto, ya que su raíz griega indica un orden, una estructura ordenada, bella y armónica. Para definir el sistema informativo mejor sería optar por su contrario, el caos, que la etimología conecta con el abismo, el vacío primordial. Pero, para no sonar drásticos, mejor sería definirlo como una selva exuberante o utilizar la categoría científica de multiverso.
En el multiverso existen universos paralelos alternativos y coexistentes que no se comunican entre sí, aunque en teoría pueden influenciarse mutuamente. ¿Acaso no es ésta la condición de cada hombre enmarañado en el laberinto sin fin de la información?
Elefantiasis
En la democracia representativa se ejerce una suave y sutil forma de censura, evitando la represión burda de voces inconformes o noticias molestas, y estimulando la elefantiasis descontrolada de la oferta mediática. De esta manera, la libertad de expresión es salvaguardada y todos son felices con su pequeño altavoz. Pero sólo el megáfono de las grandes empresas editoriales permite influir en el debate público. La lucha por abrirse camino y ser escuchados en la arena mediática es la verdadera lucha social, porque hoy ningún acto es real si no se torna en noticia importante y espectacular. Una lección histórica que Al Qaeda y Paris Hilton han aprendido muy bien.
En el mundo de la comunicación todo aspira al estatus de noticia y el ciudadano está obligado a seleccionar entre esta selva de hechos-aspirantes-a-eventos. Hoy en día, seleccionar consiste en desnatar la comunicación.
Archivo
Una euforia muy grande ha invadido a todos los que, gracias a las nuevas tecnologías digitales, han podido archivar su memoria y dibujar un autorretrato con los libros, canciones, películas, aforismos, fotos, “contactos” que más prefieren. Internet ya es en sí un archivo universal y cada quien puede, además, recopilar todo lo que le gusta y le importa para guardarlo o exhibirlo online.
Si por un lado esta abundancia de información archivada (colecciones públicas y personales de datos que casi siempre son un montaje nuevo de contenidos ya existentes) nos regala una satisfactoria sensación de bienestar, por el otro, vuelve inevitable el acto de seleccionar. La cantidad de datos es tan grande, que si no tenemos el valor de tamizarlos en lugar de amontonarlos no podemos utilizarlos conscientemente o transmitir nada a las nuevas generaciones.
Cuando todo es almacenado, todo resulta inútil. La acumulación de datos no es conocimiento, porque la falta de discriminación entorpece la capacidad crítica y oculta los senderos de la comprensión. La cultura, al contrario, es el jugo que se cuela después de un intenso trabajo de destilación. Crear cultura, hoy, significa tomar la responsabilidad de efectuar una selección que transforma el caos en orden.
La selección es un arte adulto; imperfecto, sí; a veces temible. Y sin embargo necesario. De hecho, sin selección no hay una dirección, porque seleccionar es crear un mapa para seguir explorando la infinitud del conocimiento.
Brújulas
El arte de la selección es el timón del conocimiento en el multiverso de la información. En cada esquina de nuestra vida diaria, los meseros de los medios masivos nos seducen con un desbordante menú informativo. Hay de todo tipo y es oportuno empezar con la elección del restaurante más adecuado para el hambre y los gustos que tenemos. Si no lo hacemos, otros lo harán por nosotros. En tiempos de liberalismos no sólo económicos, informarse de manera correcta está por completo a cargo de los individuos. ¿Existen instrumentos para orientarse en este paisaje tan complejo?
El mismo mundo tecnológico que nos ha puesto en la inextricable jungla informativa, nos ofrece los instrumentos para transformarla en un parque con sus caminos lindos y ordenados. De hecho, cualquier producto informativo generalista tiene la ambición de ser el resumen de lo más importante. Pero, ¿importante para quién? y ¿con respecto a qué? Por otro lado, es posible utilizar agregadores de noticias, bouquetde canales, listas de sitios, prensa especializada y muchas otras herramientas para navegar en el multiverso informativo.
Sin embargo, seleccionamos no solamente entre diferentes noticias, sino también entre los elementos de la misma noticia. Condensamos la crónica de un evento con un título, una frase, un comentario, dependiendo del tiempo, el interés y la actitud que tenemos. La selección muy a menudo se reduce a una recopilación de títulos, útiles para no quedar mal en una conversación, pero pobres de información real y de análisis. A causa de la velocidad que tiene el mundo, se ha generalizado la tendencia a seleccionar hasta llegar a unas esqueléticas listas.
Listas
Las listas son cómodas, ordenadas, rápidas. No se enredan en peligrosos razonamientos o en dificultosas explicaciones. Se justifican por sí mismas. Son fáciles de repetir y recordar. Tienen predecesores ilustres, como los diez mandamientos.
Las primeras listas fueron las de prohibiciones y prescripciones, tótem y tabúes. Son reglas que controlan y estructuran la sociedad en un mundo mítico y religioso. Con la evolución del pensamiento científico las cosas no cambian. Una parte fundamental de disciplinas, como la astronomía, la anatomía, la química y la genética, es la clasificación. En otras palabras, sin categorías no hay comprensión científica. En el multiverso informativo, al crecer la cantidad de datos disponibles crece también la necesidad de enlistarlos.
Si en el mundo antiguo las listas daban un orden ético a la sociedad, y en el mundo moderno clasificaban el conocimiento, en la sociedad postmoderna las listas organizan los objetos materiales y culturales para permitirle al hombre circular entre ellos.
Todas las formas para catalogar el multiverso informativo y reducirlo a cómodas listas pueden ser divididas en dos grandes clases: los top ten y las playlist. Son los símbolos modernos de dos actitudes generales: por un lado, el consumo pasivo de gustos colectivos sin preferencias personales auténticas; por el otro, la elección creativa que trata de dar forma a un mundo personalizado.
Top ten y playlist
La utilización difusa de los top ten y “los mejores 100” es una especie de técnica eugenésica para controlar la sobrepoblación de noticias. Nacen como un perezoso barandal que sirve para no caerse al subir la escalera infinita del consumo informativo. Pero tienen muchos efectos secundarios.
Además de prometer una identidad de ocasión con tranquilizantes iconos estereotipados, regalan la bombonera de “mis favoritos”, un tema de conversación muy apreciado como para describirse sin entrar en la intimidad, y que da la sensación de pertenecer a un grupo peculiar, olvidando así la soledad. Los top tenson, en resumidas cuentas, un presente enmarcado antes de tornarse en pasado, autorretratos seriales que se adquieren gastando la propia personalidad.
Los andamios para la edificación de un mundo personalizado son, al contrario, lasplaylist. Autobiografías sentimentales, culturales y emocionales que describen pasiones y obsesiones que queremos compartir o, mejor dicho, que queremos que el mundo conozca. Con las páginas personalizadas en internet, todas esas listas encuentran sus urnas en la casa digital. En esta época de abundancia cognitiva forzosa, los cajones digitales donde guardamos e inventariamos los “me gusta” de nuestra vida, tienen la función paralela de grabar nuestro nombre en el tronco digital y definir la personalidad social que queremos presentar a los demás.
Gastronomía
La distancia entre las vidas organizadas alrededor de los top tens y las vidas que organizan el mundo con las playlist es la misma que ocurre entre la enumeración soporífera –un puñado de nombres que se desmoronan en el polvo del tiempo– y la selección dinámica –una vereda que ofrece una dirección.
En una sociedad que quiere apostar por su capital humano futuro y jugar un papel protagónico en la realidad globalizada, la escuela debería ser una cocina, donde las jóvenes inteligencias aprendieran a escoger los ingredientes más selectos y naturales para preparar los platillos de la información y el conocimiento. En la época de la comunicación compulsiva, nadie puede sentirse exento de esta responsabilidad. Menos aún el sistema educativo.
* Colaborador de La Reppu

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