miércoles, 20 de marzo de 2013

FUEGO EN VOZ ALTA PARA ENCENDER LA PRIMAVERA, Efraín Bartolomé


Fuego en voz alta para encender la primavera
Vibro
Estoy cantando
Ilumino la oscuridad cantando
De la fruta ligeramente amarga del corazón
se levantan delgadas capas de una suave corteza
Capas ligeras como el aroma que se desprende bajo el sol 
de un paquete compacto de grandes hojas de tabaco 

Estoy cantando
Me descubro extendiendo mi voz como la piel de un animal 
que se pone al sereno llena de sal y estacas 
estirada en la noche como una mancha 

Estoy cantando
Voy extendiendo la noche como una piel enorme 
y clavo las estacas de mi canto en la piel de la noche 
y la cubro de sal con la sal de mi canto 
y la pongo a secar con el calor pálido de la Luna 
bajo el temblor de las estrellas 

Abro la noche en dos
Afilo las estacas doradas de mi canto 
Parto su corazón luminoso
Y lanzo la blanca sal de mi palabra 
sobre la piel recién desollada de la noche 
y la pongo a secar con las estrellas pálidas 

Abro en dos cada estrella
y de su corazón cercenado por la estaca feroz de mi palabra 
brota mi canto para regar de polvo estelar mi corazón sombrío 

Y parto en dos mi corazón sombrío
y en mi mano sólo brilla una estrella alargada
y en el fondo de mi sombrío corazón sólo hay polvo de estrellas
que cae sobre la piel recién cortada de la Medianoche
que se extiende clavada contra un cielo vacío
donde sólo hay un canto como sal derramándose 

Estoy aquí          Oigo las cosas crepitar bajo un incendio subterráneo 
Me persigue cada ínfimo sonido de la noche cada rama delgada 
cada crujido leve de la hojarasca 

Cantando
he hundido mi mano hasta el fondo de mi sombrío corazón
y no sangre
          y no dolor
sólo mi mano resplandeciendo de polvo estelar vibra bajo la noche 

Y estoy cantando
Y estoy ardiendo
Y hay un enjambre luminoso en mi palabra negra 
Yo soy la lengua de la noche
Soy sus negros pulmones
Y canto
Y ardo
Y me desprendo en capas sucesivas
en delgadas cortezas de mí mismo 
como el aroma de las hojas compactas de tabaco 
bajo la mano bienhechora del sol 

Ah pero la noche hizo fogatas bajo las construcciones 
Y hay hombres calentando sus manos junto a las fogatas 
Y los hombres tiemblan de frío y repiten entre dientes mi canto 
y una fogata interna los calienta y humean 
y se desprenden de sí mismos cantando
como en delgadas capas como en cortezas sucesivas 

Y en las casas hay madres preocupadas agitando termómetros 
que vigilan la fiebre de sus hijos 

Y hay hijos convalecientes que agradecen
                              con la flor débil de su risa
los labios de las madres sobre su frente febril
Y los niños febriles y las madres cansadas 
cantan entre dientes conmigo
                              Y la luz los arropa 

Y hay un enamorado con los ojos llenos de noche
que prepara una soga
y hay un adolescente arrodillado frente a un arma pequeña 
y hay una joven fea preparando somníferos
y una muchacha hermosa preparando veneno
y desde la ceniza de su amor quebrantado 
asoma poco a poco mi canción 
y sube a su garganta
y mueve con dificultad sus mandíbulas tensas
y entre dientes repiten mi canto
y una sonrisa cada vez menos triste va naciendo en sus ojos
y el Orgullo comienza a crecerles por dentro como una rama tierna 

Canto
Y mientras canto la Noche se desliza por el tren subterráneo 
donde los hombres danzan una danza lentísima 
con los brazos en alto sujetando quién sabe qué Seguridad inútil 
con los ojos vacíos
o llenos hasta el borde de un material vacío
o mirando al vacío y reflejándolo en el espejo tibio de sus ojos 
Danzando apenas con un ademán ciego y detenido en el aire 
y sus piernas valsando un ritmo cada vez más ruinoso
a medida que el tren comienza a detenerse para entrar en la próxima estación 

Y las manos
otra vez empuñando con desesperación ese poco de Seguridad 
mientras beben el aire narcótico y la noche del túnel se alarga nuevamente
con un temblor que vibra bajo la danza insomne 
de los hombres que avanzan con los ojos abiertos
hacia un futuro pequeño

Y yo canto
mientras la noche y su billón de pies danzando muellemente 
sobre el tren subterráneo
les da a los hombres un espejo sucio donde ellos sólo miran el vacío

Pero todos los hombres cantan de pronto conmigo
y el cielo vuelve a descansar sobre sus rostros con sueño 
Y sueltan la seguridad
                    y flotan
y van a la salida levitando
mientras la Noche teje un alba lentísima
Cantemos todos ahora
Sumerjamos nuestras manos en el polen oscuro de la noche
Hundamos nuestras manos hasta el fondo del corazón sombrío
Veamos nuestras manos iluminadas por el polvo estelar
Lavemos nuestras manos en el agua celeste 

Con la mano derecha
hagan más grande la concha de su oido:
mi canto llega más allá de la estrella polar 
porque de más allá viene mi canto.



De: Música lunar, 1991

EFRAÍN BARTOLOMÉ
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