sábado, 9 de marzo de 2013

OBSESIÓN, Benjamín A. Araujo Mondragón



Las cabezas de las flores
se parecen a las nubes
en que ven tanto del cielo
que sólo eso miran y beben.

Así ocurre con mis ideas,
plantadas tanto en tu mirada
y volando siempre tras tus ojos:
que no saben sino de obsesiones,

de padecer sin miramientos;
más que sufrir por tus mañanas
ausentes, y prometerse ser
y en ti estar.

Yo ya no sé qué tanto imploro
si sólo sé de tus ausencias.
Ni entiendo qué sueño y añoro,
si bien que sé que no te tengo.

Me he de inventar que ya no crezco,
me he convencido que te traigo,
como una imagen imposible:
y que soy loco, y siempre niño:
y que no más juego a encontrarte.

Así, me creo: ya no padezco:
resbalo suave en este cuento,
avivo llamas infantiles por
alegrarme en mis encuentros.
Ya sólo juego solo y me acompañas,
solo y tan pleno de tus ojos,
que solo estoy con tus pupilas,
inexistentes y confiables.

Temo que voy a contagiarte
de tanta soledad que tú me ungiste
que aprenderás en mi locura
a estar conmigo y conseguirme,
desde esta ausencia que aproximo
a tu presencia inexpugnable,
o a tu ausencia apetecible
donde no quepa ya, llamarte.

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