domingo, 3 de marzo de 2013

HÁBLAME, Felipe Garrido


Felipe Garrido
Háblame
–Dulce, ¿te acuerdas que sobabas a mi mamá?
–No soy Dulce, mamá. Soy yo.
–¿Quién?
–Yo, mamá, tu hija.
–Pensé que eras Dulce. Porque cantas como ella, ¿sabes? Así sin abrir la boca. Y porque eres buena pa sobar. Más arriba, hija, allí, más fuerte, no le pares. Pero, sí te acordarás que te conté que Dulce sobaba a mi mamá, ¿no es cierto? Allí no, hija, junto al hueso, más fuerte. Me acuerdo como si fuera ayer. Así, hija, así, no le pares, no sabes cuánto me sirve. A ella eran las piernas, ¿te acuerdas?
–No, mamá, yo no la conocí.
–¿No eras tú que la sobabas?
–No, mamá.
–Pero... O sea, tú eres nieta de María, ¿no es cierto?
–Sí, mamá, pero acuérdate, yo no la conocí. Acuérdate que cuando yo nací ya se había muerto. Y no andes volteando, madre, no te muevas, no me mires.
Una larga pausa en el sopor de la tarde que empezaba a llenarse de chanates.
–Y ¿por qué, Dulce, por qué no iba yo a mirarte? ¿Ya te moriste también? Contéstame Dulce, ¿no me oyes? Háblame.

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