sábado, 6 de septiembre de 2014

VICENTE ROJO, Rafael López Castro (1984)


Rafael López Castro (1984)
Mi primer acercamiento a Vicente Rojo fue a través de su pintura. Su obra y la de toda su generación fueron el vehículo visual que me permitió abrir los ojos al arte contemporáneo.

Pero lo cierto es que mi contacto más fuerte con Vicente se da en el campo del diseño. Eso sucedió y sucede desde hace veinte años.


En aquella época, cuando yo comencé a practicar esta disciplina, a veces en lugares modestos, Rojo resultaba ser un maestro indirecto por medio de las publicaciones que él diseñaba. Recuerdo con gusto la Revista de Bellas Artes, la de la Universidad, las portadas de los libros que llevaban ineludiblemente su marca.




Una de sus virtudes consiste en obtener un excelente resultado con muy pocos recursos técnicos. De su trabajo dentro del diseño se desprende una propuesta: la de plasmar formas muy ricas y sensibles, aprovechando los pocos recursos con que contamos, a veces, quienes trabajamos en el ambiente cultural, contrariamente a la cantidad de elementos que tiene la publicidad. Entre 1972 y 1975, trabajé junto a Rojo en la Imprenta Madero, de él en esa experiencia aprendí ese manejo tipográfico tan sobrio y elegante que lo distingue, aunque no puedo decir que yo lo haya alcanzado aún a su máximo nivel.

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