entrevista con Juan Gelman
En tierras
Juan Manuel Rocade Vallejo |
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Foto: Tomás Bravo/ Reuters
“Dejad entonces, ciegos, que yo vaya a los niños.”
–Entre los primeros exilios está el alejarse de la infancia, que para muchos es un lugar de cobijo, de albergue. En mi caso así lo fue, en la cercanía con la madre, con el padre, con los asombros. Pero esto pasa y, al volvernos adúlteros y adultos, dejamos atrás ese país. El país de uno es ese, antes de perderlo, antes de volvérsenos duro. Hay infancias muy duras, también, que serían de igual manera dolorosos países, incluído en esto la infancia de los que no dejan de ser nunca niños, la de los huérfanos, la de los que no tienen acceso a la educación, la infancia de los niños delincuentes, la de los dejados de la mano de Dios. Y, efectivamente, dentro de ese exilio está el otro. Estando exiliado supongo que por esa misma razón me interesó el tema de la niñez. Parece que el Paraíso nunca está adelante, sino siempre atrás. Carlos Monsiváis dice que yo soy un dilapidador de Dios. Yo creo que los poetas somos religiosos. Acordate que religar es reunir, pero somos religiosos de una manera distinta.
“Un pájaro vivía en mí./ Una flor viajaba en mi sangre./ Mi corazón era un violín.”
–Sí, son varios los temas que me obseden. No es nada nuevo, pero cada uno de nosotros –vos mismo– escribe sobre un puñado de temas, abordados quizá como una espiral que se ensancha, vistos desde otra curva de la infancia, el amor, la mujer, la muerte, el otoño y la revolución parecen ser los míos. Claro, sigo creyendo que el único tema de la poesía es la poesía misma y por eso es que ella puede hablar de cualquier cosa, todo le atañe. Además, porque basta con leer a Gustavo Adolfo Bécquer para tropezar con aquella rima donde dice que “poesía eres tu”, refiriéndose a la mujer. Esto también se puede aplicar a la realidad misma: realidad, poesía eres tú, entendiendo por realidad todo lo que quiso o pudo ser, y no es. Nadie puede creer que la realidad es sólo una: por eso me parece que las ideologías totalizantes fallan por sus propias bases.
“En el gran cielo de la poesía, mejor dicho/ en la tierra o mundo de la poesía/ que incluye cielos, astros, dioses, mortales,/ está cantando el ruiseñor de Keats...”
–Bueno, eso que decís, la poesía como entrecomillado de la realidad, puede ser que así lo sea, en el sentido de que la poesía siempre propone unos interrogantes y no necesariamente formulados entre preguntas. Cómo nos marcan las palabras y cómo nos dejan siempre una herida sin remedio: el silencio que provoca la palabra. En ese sentido la poesía padecería ese tikhé de Aristóteles, es decir, los encuentros desafortunados como también los desencuentros. Siempre estamos escribiendo para enterarnos de lo que queremos decir.
“Galopando una música de tango/ gira el caballo de la calesita.”
–Yo fui milonguero desde los quince años. En aquel mundo de entonces el baile me interesaba mucho. Borges dice que el tango es una manera de caminar. Yo no lo voy a corregir, pero me parece que es una manera de conversar. Frente a una muchacha que no conocés es la mejor manera de iniciar una conversación. Luego la conversación pasará a otras regiones distintas al baile, las inevitables preguntas sobre el otro. Por eso creo que la milonga es una forma de conversar, un diálogo bailable. Las pérdidas que el tango relata van más allá de las pérdidas de las mujeres, más allá de las pérdidas de un amor. Por lo demás, de otra parte, es un libro que escribí, Citas y comentarios, hay alusiones a místicos como el profeta Isaías, el Rey David, Santa Teresa, y hay también citas de autores de tangos, que en cierta forma son, por momentos, grande místicos.
“Se descubrían nuevas maniobras delictivas/ a lo largo y ancho del país.”
–De una manera o de otra, y de formas diversas, aparece lo político en el poema. El exilio fue importante para unas nuevas reflexiones, en algo que no es del todo voluntario. La poesía no es un asunto de voluntad, cuando lo es resulta un desastre. Es posible que toda esa reflexión me esté llevando por otros caminos. Hay que saber que es imprevisible la forma como se reelaboran unos u otros temas. Ahora hago algunos sonetos, con rima y lo demás y también sin rima pero conservando su estructura. Es como si tratara de hacer algo con los desechos, algo que me acerca, creo, al vacío.
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