José Emilio Pacheco
Semblanza
José Emilio Pacheco Berny (Ciudad de México, 1939-2014) perteneció a la Generación de Medio Siglo, integrada también por Sergio Pitol, Inés Arredondo, Juan Vicente Melo, Sergio Galindo y Juan García Ponce, entre otros escritores.
Se inició en las letras de manera precoz. Cursó sus estudios de preparatoria en el Centro Universitario México donde empezó a escribir sus primeros poemas cuando cursaba estudios de literatura con José Enrique Moreno de Tagle, que también fue maestro de Carlos Fuentes, Jaime García Terrés, Jorge Ibargüengoitia y Marco Antonio Montes de Oca.
Dejó la carrera de Derecho para dedicarse a la literatura. En 1957, por invitación del Dr. Elías Nandino, director de la revista Estación, coordinó el suplemento “Ramas nuevas”. En 1958 Juan José Arreola le publicó La sangre de Medusa en los Cuadernos del Unicornio, colección que divulgaba las primeras obras de los jóvenes autores. Cinco años más tarde, alentado por Jaime García Terrés, el entonces director de Difusión Cultural de la UNAM, de la Revista de la Universidad y de la colección Poemas y ensayos, también de la UNAM, publicó Los elementos de la noche.
En la Universidad Nacional Autónoma de México, José Emilio Pacheco desarrolló una intensa actividad. Fue miembro del cuerpo de redacción de la Revista de la Universidad. Impartió talleres de literatura en la Casa del Lago donde formó parte del grupo Poesía en Voz Alta hacia 1957 junto con Alfonso Reyes, José de la Colina, Elena Garro, León Felipe y Juan García Ponce, entre otros escritores. También fue miembro del consejo de redacción de la Revista Mexicana de Literatura publicada por el Instituto de Investigaciones Filológicas y miembro del consejo editorial del Periódico de Poesía, cuando Vicente Quirarte era su director (1997).
Fue coeditor de Fernando Benítez en distintos proyectos culturales: secretario de redacción de “México en la cultura” en su último año (1961) del periódico Novedades, y durante diez años (1962-1971) jefe de redacción de “La Cultura en México” de la revista Siempre. Tras la salida de Benítez, José Emilio Pacheco pasó a ser el coordinador. Más tarde, en 1987, cuando Fernando Benítez ocupó el cargo de director de “La Jornada Semanal”, se inició una nueva etapa de este suplemento con un homenaje a Luis Cardoza y Aragón, que incluye textos de Pacheco.
Traductor desde los veintitrés años del inglés, del francés y del italiano, ha traducido la obra de Mallarmé, Rimbaud, Beckett, Malcolm Lowry y T.S. Eliot, entre muchos otros poetas. Asimismo, publicó las siguientes antologías: La poesía mexicana del siglo XIX (1965); Poesía modernista hispanoamericana (1984); y Aproximaciones (1984).
En el ámbito docente, José Emilio Pacheco desarrolló una intensa actividad. Fue profesor de literatura en la Universidad de Essex, en la de British Columbia y, sobre todo, en la Universidad de Maryland de donde se jubiló. Obtuvo también el doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma Metropolitana.
Fue miembro de El Colegio Nacional desde 1986 y miembro electo de la Academia Mexicana de la Lengua y ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan los siguientes: Premio Neruda; Premio Aguascalientes de Poesía; Premio de Ensayo Literario “Malcolm Lowry” para trayectoria; Premio Octavio Paz; Premio Internacional Alfonso Reyes; Premio Xavier Villaurrutia, Premio Magda Donato; Premio José Asunción Silva; Premio Nacional de Lingüística y Literatura; Primer Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, y más recientemente el Premio Cervantes de Literatura; el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Reina Sofía de Poesía.
Fue miembro de El Colegio Nacional desde 1986 y miembro electo de la Academia Mexicana de la Lengua y ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan los siguientes: Premio Neruda; Premio Aguascalientes de Poesía; Premio de Ensayo Literario “Malcolm Lowry” para trayectoria; Premio Octavio Paz; Premio Internacional Alfonso Reyes; Premio Xavier Villaurrutia, Premio Magda Donato; Premio José Asunción Silva; Premio Nacional de Lingüística y Literatura; Primer Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, y más recientemente el Premio Cervantes de Literatura; el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Reina Sofía de Poesía.
En la revista Proceso escribió, a lo largo de casi 30 años, la columna “Inventarios” que se ha convertido en un modelo clásico de divulgación literaria. Entre sus múltiples libros pueden mencionarse los siguientes: El reposo del fuego; No me preguntes cómo pasa el tiempo; Irás y no volverás; Islas a la deriva; Desde entonces; El viento distante y otros relatos; Morirás lejos; El principio del placer y Las batallas en el desierto. En 2009 se reeditó Ciudad de la memoria(Dirección de Literatura, UNAM/Ediciones Era), libro publicado por primera vez en 1989, que contiene poemas escritos entre 1986 y 1989. También, bajo el sello de Ediciones Era, publicó su traducción de El Cantar de los Cantares.
Su obra narrativa y poética ha sido objeto de adaptaciones cinematográficas (Mariana, Mariana, adaptación de Las batallas en el desierto por Vicente Leñero, dirigida por Alberto Isaac, 1987); en 1992 Café Tacuba presentó la canción “Batallas en el desierto”, basada en su novela; y en 1995 la Orquesta Sinfónica de Nuevo León estrenó “El reposo del fuego”, obra compuesta por Gustavo A. Farías, con poemas del libro homónimo.
Escritores y críticos opinan acerca de su obra
Hugo J. Verani: “Las batallas en el desierto (1981) es una novela representativa de la concepción narrativa que hoy impera en Hispanoamérica. En contraste con el experimentalismo y la complejidad estructural de la narrativa de los sesenta (Morirás lejos, de 1967, del propio Pacheco, es un buen ejemplo), Las Batallas en el desierto sorprende por la sobriedad expositiva y el regreso a la espontaneidad. [Hispamérica, vol. 14, n. 42, Gaithersburg, Md., diciembre, 1985, pp. 29-40].
Margo Glantz: Morirás lejos relata la historia de una persecución, un intento por destruir a un pueblo a lo largo de la historia y, por ello, sería la historia de un genocidio. La culpabilidad se persigue instituyendo un tribunal que organiza las hipótesis como en un caso criminal, para inquirir sobre ellas. Noé Jitrik insiste en la actividad incisoria del texto de Pacheco, texto dividido en incisos que se comunican entre sí por marcas impresas topográficamente en el texto, y el personaje del relato hace incisiones en la pared de yeso al tiempo que se plantean las hipótesis. [Repeticiones: ensayos sobre literatura mexicana, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1979, pp. 55-62].
Mario Benedetti: La poesía de José Emilio arropa la vida con el aliento de un héroe filosófico. Héroe, por supuesto, a pesar de sí mismo. Su poesía es coloquial, quién puede dudarlo, pero lo cierto es que dialoga con la porción más veraz, más cuestionadota y por fortuna más humana de nosotros mismos. [La realidad y la palabra, Seix Barral, Barcelona, 1990, pp. 303-14].
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