viernes, 5 de diciembre de 2014

EL ANILLO, Marietta Cuesta Rodríguez (q.e.p.d.), Cuenca, Ecuador

EL ANILLO

Cuento para el Primer Encuentro Internacional de la
Union  Hispanomundial de Escritores en Uruguay

Autora.- Marietta Cuesta Rodríguez
Desde Cuenca –Ecuador

“Estuve recién llegada a Sacramento, tenía el don de escudriñar acontecimientos paranormales y este, sin lugar a dudas era uno de ellos, algo llamaba mi atención y nadie negaba cuando yo insistía que alguien miraba tras de la ventana.”
-Cosa sabida es. Afirmaba la gente que pasaba.
-Algún ser de otro mundo habita allí, no puede ser uno real, si lo es, debe ser por pura necesidad. Por eso que pasadas las doce campanadas de la noche, nadie asoma por ese lugar.
“Les cuento que apenas puse mis pies en la ciudad más linda de la tierra, ya, desde “El Faro “pude divisar entre blancos laureles rodeados de esperanza, como una gema, a la ciudad Colonia-Sacramento, casas entremezcladas de árboles, de rosas, de hortensias, de geranios. Caminé por su playa dibujando mi nombre en el caliente vientre de su arena, he divisado barcas bañándose entre azules, he medido mi sombra vertical a la orilla del sol. Si, si, ya he pasado por la calle de los Suspiros, y frente a una de sus ventanas he sentido escalofríos, una extraña sensación ha recorrido por mi espalda, ha puesto de puntillas mi cabello y erizado mi piel”
-Mejor no hablemos, porque esa casa, desde hace que ffuuuú estaba deshabitada, solo el balcón del costado conserva algunos musgos colgantes, y rasgos catalanes que de vez en cuando y con la humedad del cielo florecen flores púrpuras.
- Lo que dice usted es cierto señorita, se han contado estos cuentos, historias dicen, o leyendas y se ha comentado que en esa casa vivía y vive todavía la joven de verdes ojos, de vestuario a la antigua, de trenzas color de oro viejo. Que es la dama ahorcada se decía, en realidad nadie la ha visto, pero adivinan su esquelética figura y escuchan sus lamentos.
-Y de quién puede ser aquel espanto? Preguntó una persona que hasta ese momento no había intervenido.
Y allí doña Candelaria, con su voz ronca y expresiva contó la Historia de los Tiroleses, de aquella señora indomable y orgullosa que no consintió que su hija se casara con un desconocido que había llegado desde Inglaterra, por esta razón Genoveva que se llamaba la muchacha, dicen que se suicidó.
-Jesús, María, solo Dios nos puede quitar la vida y ella se la quitó solita. Dijo una oyente persignándose.
-Cuentan también que cuando la enterraron, llevaba un bellísimo anillo de oro con dos corazones bordeados de pequeños brillantes destacando en alto relieve los nombres de Genoveva y Martiner.
-Ayy! Qué pena! Qué historia de amor más bonita y más siniestra!..
-Pero la cosa no para allí mi señorita! alguien de los mirones, pensaba , en el dinero que obtendría con la venta de esa preciada joya y una noche de graznidos agoreros, entre sombrosa y alunada, desenterró el cadáver y le arrebató el anillo
–Y qué pasó?
-Bueno la joya fue vendida, Anastasio el ladrón murió días después de un imprevisto ataque, el padre de Genoveva, también falleció de la pena y el inglés nunca volvió.
- Una de dos, podía ser la causa de que surgiera de continuo el fantasma de la ahorcada, a) el suicidio, b) el anillo. Pero, desde entonces, nadie, ni el más valiente se atrevía a pasar cerca de la casa, ni pasar por el solar que rodeaba la vivienda…
Con el tiempo, uno de los alcaldes de Sacramento pensó en demoler el edificio, pero dicen que una terrible quemazón se apoderaba de su garganta cada vez que intentaba pronunciar la palabra “demolición”, y fue tanto el temor, que allí quedó todo proyecto.
“Pero cuénteme más, me fascina esta historia”
-Y seguían pasando los años, señorita, yo no tengo recuerdo alguno, solo le comento lo que se ha relatado “de boca en boca”, lo escuché de mis abuelos y ellos de mis bisabuelos, hasta fotos dicen que colgaban de la pared y bueno leyendas son leyendas señorita.
-Y ahora, qué es lo que se celebra? Hay mucho movimiento.
-El casamiento sonado de un familiar muy, pero muy lejano de Griselda.
-Y cómo así lo saben?
- Cuentan que la madre de Genoveva, viuda, de José, se casó con un caballero portugués y tuvieron dos hijos: Isaura y Luciano, al crecer Isaura contrajo nupcias con un tirolés y le nacieron varios hijos y de éstos, como es de suponer otros y otras y así que las generaciones se multiplicaron. Hoy se casa Johana Genoveva, última de la generación, la conocen y le agrada que la llamen por su segundo nombre, su novio es un español lindísimo, dicen que es un escritor famoso y vienen invitados sus amigos de algunos países, escritores todos valiosos, porque esta es una boda especial y ha sido el motivo por el que las autoridades y la comunidad en general contribuya “con redobles y platillos”.
Y llegó la hora consabida, eran las cinco de la tarde, el ocaso pintaba de naranja y dorado el horizonte. El novio bastante nervioso esperaba la llegada de su amada que venía del brazo de su progenitor vestida a la usanza antigua de los tiroleses las damas de honor y de amor hacían juego con sus atuendos, la iglesia matriz estaba repleta, autoridades de cultura, civiles, militares y curiosos, todos, todos felices porque habían contribuido con sus “granito de arena “como si intuyeran que algo bueno iba a ocurrir.
Por fin los novios intercambiaron las alianzas y luego de la ceremonia abandonaron la iglesia entre lluvia de arroz, de pétalos y de buenos deseos. Los recién casados ocuparon un Ford blanco adornado de flores y de lazos, tras de los novios, como un magno desfile invitados gozosos y en plena algarabía ocupaban vehículos antiguos, carretas y coches engalanados que rodaban por las calles de piedra azulinegras brillantes o de madera petrificada , mientras observaban de paso: casas que guardaban secretos, árboles que parecían humanos y extendían sus ramas hacia el muro.
Como en dos horas dieron vuelta la ciudad que con el anochecer despedía lucecitas de embrujo e incitaba sentimientos nuevos, retornaron a la plaza central donde prendían globos y fuegos artificiales, donados por el Instituto de Cultura, la orquesta más connotada tocaba la” Cumparsita “. En cada una de las esquinas se situaba una banda de pueblo rompiendo el panorama con melodías tradicionales portuguesas, tirolesas, españolas y modernas, invitando a bailar a los ilustres concurrentes…
Luego de disfrutar de abrazos y felicitaciones, de sabrosos bocadillos y un buen vino, de mirar algunos grupos de danza y de baile de la ciudad, y/o que habían llegado de otros pueblos, de saludar a los escritores que habían acudido a un Encuentro Literario, como a escondidas digo, los novios fugaron a la “Posada de los Pinos”,
Mientras en el cielo guiñaban las estrellas, como es natural, disfrutaron de su amor la noche entera.
Pasado el mediodía Johana Genoveva, entre bostezo y bostezo, radiante de felicidad, despertó a su flamante esposo:
-Mira mi vida, es curioso! Anoche sobre este velador no había nada de nada, y hoy descubro este anillo como que si alguien lo hubiese puesto intencionalmente! Parece muy antiguo por su peso de oro puro.
Y su novio auscultó la joya con detenimiento, descubriendo maravillado los dos corazones rodeados de brillantes diminutos destacando sus nombres: Martín y Genoveva.
“Estoy segura de que nunca más volverá la “aparecida”, creo fielmente que nunca más debe volver, casi después de cuatro siglos, sus deseos se habían cumplido como “al pie de la letra”. Ahora debe descansar en paz.
F I N
Marietta Cuesta Rodriguez
Cuenca - Ecuador
2013
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