El orbe escuchó:
"Dios mío, Dios mío,
por qué me has
abandonado” Era
el cielo
plomizo en
la tristeza,
sin consuelo
la oscuridad tornóse en negro río.
Palabras de dolor, acero y brío
que Jesús pronunció dentro del duelo
del por qué y para qué en este suelo
se cumpla
la justicia
del Dios pío.
Dale al pueblo Señor,
lo que él aspira,
la justicia y la paz,
perdón y todo
lo que el cielo
le tiene prometido.
Por la causa
del mal,
cuánto suspira
el pobre peregrino;
y en el lodo
de la maldad
se encuentra sumergido.
Antonio Escobar Mendívez
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