ALFONSINA STORNI
Poema de Norma Segades-Manias
Esta poeta excepcional, esta mujer capaz de desafiar los asfixiantes convencionalismos sociales, impotente ante el dolor producido por el cáncer, se arroja al mar. Tenía 46 años.
Mar del Plata-Buenos Aires/Argentina (1938)
Mar del Plata-Buenos Aires/Argentina (1938)
Sumida en el dolor.
Loca de pena.
Un animal salvaje agonizando entre hierbas nacidas en octubre,
afuera,
donde brama la tormenta
y el viento ha desatado sus demonios
donde la lluvia es furia despeñando goterones de ocultas esperanzas
justo en el filo de las escolleras
mientras la soledad
y sus espectros
rasguñan la impiedad de los insomnios,
estoy de pie,
de pie sobre las rocas,
de pie frente a la cólera tremenda que pronuncia mi nombre,
que me llama con las voces leprosas del salitre,
que azota con sus rabos poderosos
y esculpe la figura de una loba aullando en la orfandad de las tinieblas, lamiéndose los senos mutilados,
roídos por las zarpas,
los colmillos,
las uñas de este cáncer alevoso.
De pie sobre el abismo,
soy la hembra
que disputó a los hombres sus baluartes sólo con su talento por trinchera
y un idioma desnudo,
descarnado,
dibujando las huellas del sollozo.
Mi nombre es Alfonsina.
Ese es mi nombre.
Mujer,
madre,
poeta,
asalariada
y el corazón por todo escapulario,
por todo talismán contra el olvido,
contra la oscuridad,
contra los odios.
Quiero elegir mi muerte.
Tanta lucha,
merece mucho más que la morfina
y la degradación de sus letargos
y las bocas abiertas
para siempre
hacia el despeñadero del asombro.
Tan sólo el mar conoce los secretos que ocultan tras rotundas cicatrices.
Tan sólo el mar,
tenaz como ninguno en la ferocidad de las ausencias.
El mar,
tan sólo el mar,
y sus despojos.
Loca de pena.
Un animal salvaje agonizando entre hierbas nacidas en octubre,
afuera,
donde brama la tormenta
y el viento ha desatado sus demonios
donde la lluvia es furia despeñando goterones de ocultas esperanzas
justo en el filo de las escolleras
mientras la soledad
y sus espectros
rasguñan la impiedad de los insomnios,
estoy de pie,
de pie sobre las rocas,
de pie frente a la cólera tremenda que pronuncia mi nombre,
que me llama con las voces leprosas del salitre,
que azota con sus rabos poderosos
y esculpe la figura de una loba aullando en la orfandad de las tinieblas, lamiéndose los senos mutilados,
roídos por las zarpas,
los colmillos,
las uñas de este cáncer alevoso.
De pie sobre el abismo,
soy la hembra
que disputó a los hombres sus baluartes sólo con su talento por trinchera
y un idioma desnudo,
descarnado,
dibujando las huellas del sollozo.
Mi nombre es Alfonsina.
Ese es mi nombre.
Mujer,
madre,
poeta,
asalariada
y el corazón por todo escapulario,
por todo talismán contra el olvido,
contra la oscuridad,
contra los odios.
Quiero elegir mi muerte.
Tanta lucha,
merece mucho más que la morfina
y la degradación de sus letargos
y las bocas abiertas
para siempre
hacia el despeñadero del asombro.
Tan sólo el mar conoce los secretos que ocultan tras rotundas cicatrices.
Tan sólo el mar,
tenaz como ninguno en la ferocidad de las ausencias.
El mar,
tan sólo el mar,
y sus despojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario