lunes, 10 de noviembre de 2014

QUÉ LENTAS HORAS, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Qué lentas horas, qué lentas;
pasa la vida de prisa pero callada
y no deja que a mi cabeza entren
los recuerdos de tu dulzura sí;
y de tu pesadez y torpeza
para con mis sentimientos.
Qué lento el tiempo, ay qué lento;
no deja disfrutar la llegada del cieno
y de la tempestuosa muerte que
se anuncia en las argucias
de la vida silenciosa y gris...
Qué lenta es la mentira, qué veloz
cómo sucumben tus besos del pasado
y mi alegre respiración de ayer
en este presente silencioso, triste,
adormecido:
                      cuando dos que se amaron
se lastiman y sufren ¿por qué quieren? 

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