martes, 24 de febrero de 2015

ENTREVISTA DE ARIEL RUIZ MONDRAGÓN A ÓSCAR HERNÁNDEZ (Revista Replicante)

Continuidad de la tradición salsera

Entrevista con Óscar Hernández, de la Spanish Harlem Orchestra

En los primeros años del siglo XXI Óscar Hernández y Aaron Levinson decidieron formar una orquesta que recuperara el sonido de la rumba antigua en la que el carácter bravo, latino y de barrio del género se amalgamara con el refinamiento y la sofisticación.
La Spanish Harlem Orchestra.
La Spanish Harlem Orchestra.
A medio siglo de haber aparecido en el escenario musical mundial, la salsa parece no tenerlas todas consigo. Hoy parece hundida en sus versiones más comerciales, especialmente la más cercana a la balada y al oropel, y, a la vez, más alejada de sus orígenes bravos y de barrio.
Por lo anterior ya resultaba necesario procurar un rescate de la tradición de la salsa dura, clásica, sin concesiones. Fue así como en los primeros años del siglo XXI Óscar Hernández y Aaron Levinson decidieron formar una orquesta que recuperara el sonido de la rumba antigua en la que el carácter bravo, latino y de barrio del género se amalgamara con el refinamiento y la sofisticación.
Así surgió la Spanish Harlem Orchestra (SHO), que reunió a músicos de varios países conocedores de la gran tradición sonera. Baste mencionar a tres de sus más veteranos integrantes: el propio Hernández, pianista; Ray de la Paz, cantante, y el trombonista Reinaldo Jorge, quienes han formado parte de agrupaciones salseras legendarias.
En 2002 apareció el primer disco de la SHO: Un gran día en el barrio. A éste siguieron Across 110th Street(2004), que contó con Rubén Blades como artista invitado; United We Sing (2007), en el que intervino Paul Simon en una pieza; Viva la tradición (2010) y Spanish Harlem Orchestra (2014), en uno de cuyos temas participaron Chick Corea y Joe Lovano. Cuatro de ellos han sido nominados al Grammy por el mejor álbum de salsa, premio que han obtenido con su segundo y cuarto álbumes.
El 30 de noviembre del año pasado la SHO brindó el concierto de cierre de los festejos por el 20 aniversario del Centro Nacional de las Artes, en el Distrito Federal.
En ocasión de esa visita Replicante tuvo oportunidad de charlar con el líder de la orquesta, el pianista Óscar Hernández, quien lleva más de cuarenta años recorriendo los diversos e intrincados caminos de la rumba neoyorquina.
Hernández (Nueva York, 1954) ha formado parte de las orquestas de Tito Puente, Celia Cruz, Ismael Miranda y Ray Barreto. Además integró el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino y Seis del Solar, grupo con el que acompañó a Rubén Blades durante más de una década.
Como músico, productor y arreglista también ha colaborado con Willie Colón, Oscar D’León, Juan Luis Guerra, Luis Perico Ortiz, Dave Valentín, Johnny Pacheco, Africando y Julio Iglesias, entre muchos otros.
Asimismo, fue director, arreglista y productor de The Capeman, musical de Paul Simon, así como de las obras¿Quién mató a Héctor Lavoe? y La Lupe.
¿Cuáles son los orígenes de la orquesta? Leí que Aaron Levinson le propuso formar una orquesta más bien de jazz latino, pero hoy es más de salsa.
No fue así como pasó. Él tuvo la propuesta de la compañía disquera para que hiciera un disco de salsa de la vieja, no de jazz latino, escogiendo temas que se habían hecho antes y rehacerlos en un CD. Hicimos el disco, pero entonces ellos se deshicieron del disco y se tomó un año y medio más para que saliera. Se le vendió a otra compañía pequeña y fue nominado para el Grammy. Ese disco fue Un gran día en el barrio.
Lo que se escuchaba en el barrio donde yo me crié era la música de Tito Puente, Machito, Tito Rodríguez, Celia Cruz, Eddie Palmieri, Ray Barreto. Aparte la Sonora Matancera, Beny Moré, la música de tríos no solamente de México sino de Puerto Rico. También había boleristas. Fue una gran cantidad de música que se escuchaba. Esa es la raíz.
Desde entonces yo formé la orquesta y ha sido una bendición increíble: hemos creado una trayectoria ya de cinco CDs, de los cuales cuatro han sido nominados para el Grammy y dos han ganado. Ahora con la quinta producción estamos muy contentos, siguiendo la línea de siempre con el concepto que tenemos de salsa dura a nuestra manera y a nuestro estilo.
Nuestro nuevo disco está teniendo tremenda crítica, todas las reseñas han sido espectaculares. Deseamos poder seguir ampliando el camino para nuestra música poco a poco, no solamente en México sino en el mundo entero.
Algo que me ha llamado la atención es que en todos sus discos la SHO apela mucho a la tradición (su cuarto disco incluso se llama Viva la tradición, por ejemplo). Tienen una canción que dice: “Agradece a Dios y a santa Cecilia por ser cantante y músico de la música latina”. ¿Cómo define esta tradición?, ¿cuáles son sus grandes fuentes?
Óscar Hernández.
Óscar Hernández.
Yo, como joven músico desde finales de los años sesenta y setenta, lo que se escuchaba en el barrio donde yo me crié era la música de Tito Puente, Machito, Tito Rodríguez, Celia Cruz, Eddie Palmieri, Ray Barreto. Aparte la Sonora Matancera, Beny Moré, la música de tríos no solamente de México sino de Puerto Rico. También había boleristas. Fue una gran cantidad de música que se escuchaba. Esa es la raíz.
Yo empecé en los años setenta, a los dieciocho años, tocando con Ismael Miranda, lo que era una bendición para mí, porque era uno de los grupos más populares en esos tiempos y estaba tocando en Nueva York cinco, seis, siete días a la semana.
Ése fue el inicio de mi carrera, aparte de que tenía el ejemplo de tantos músicos que eran mucho mayores que yo, con más experiencia, de los que podía aprender. Eso fue una universidad de la calle, como yo le digo.
Para mí fue aprender de increíbles músicos. Después seguí por allí, tocando con el Conjunto Libre, con PeteConde Rodríguez, Ray Barreto, el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino, etcétera. Son tantos los grupos que tenido la bendición de compartir. Y después de eso vino lo de Rubén Blades.
Pero la fuente viene de los años cincuenta, sesenta, de la música de gente que era tan importante. La era de la Fania en los setenta también, con Willie Colón y Héctor Lavoe, y toda la gente que formaba parte de lo que es esa música en Nueva York. Era un sonido muy orgánico, muy fuerte y en un sentido muy experimental, porque ellos estaban descubriendo caminos nuevos, a la vez que se estaba desarrollando la cultura latina en esa ciudad. La música fue una parte superimportante: había bailes y eventos donde quiera en Nueva York. Fue una época mágica, sinceramente.
Era un sonido muy orgánico, muy fuerte y en un sentido muy experimental, porque ellos estaban descubriendo caminos nuevos, a la vez que se estaba desarrollando la cultura latina en esa ciudad. La música fue una parte superimportante: había bailes y eventos donde quiera en Nueva York.
Yo le doy gracias a Dios que pude participar de esa época, y ahora me hace el músico que soy con mi propia orquesta. Yo llevo muy profundamente en mi corazón la imagen y el concepto de cómo se hacía esta música en esos días. Hoy ya no se hace igual, pero nosotros sí la hacemos de esa manera.
Desde el nombre llama la atención: Spanish Harlem Orchestra, la orquesta hispánica del barrio. En su libro clásico sobre la salsa César Miguel Rondón decía que una de las características básicas de la salsa es que es música del barrio. ¿Cómo define musicalmente el barrio?
Me imagino que se saca un poco de cómo es Tepito aquí en México, que es un barrio puro, de la gente, que es la que domina lo que está pasando en ese lugar.
La idea de Aaron Levinson fue ponerle ese nombre, no fue idea mía, pero fue espectacular porque nos da una imagen en el plano mundial. No se olvide que la orquesta ha tocado en todos los países de Europa, en Rusia, Australia, Israel. Entonces, ellos ven el nombre y quieren saber de ese lugar que es el barrio.
Un gran día en el barrio.
Un gran día en el barrio.
Ése es el significado del nombre. Obviamente el nombre es inglés, y la gente latinoamericana ha sido un poco lenta en reconocer el porqué. Pero la verdad es que nosotros somos neoyorquinos: yo soy nacido y criado en Nueva York. Mi primer idioma es inglés, el que hablo mucho mejor que el español; pero, obviamente, yo soy latino, y a dondequiera que voy lo defiendo. Me defiendo bien con el español pero mi primer idioma es el inglés. En este sentido es una bendición el nombre de una orquesta en inglés.
En la orquesta hay músicos de una gran cantidad de lugares y nacionalidades: hay de Ecuador, Costa Rica, Venezuela, Puerto Rico, del Bronx. También de diferentes generaciones, como Reinaldo Jorge, que viene de Fania All Stars. ¿Cómo ha conjuntado a estos músicos?
Eso representa lo que es Nueva York, que es una ciudad que tiene multitud de gente que ha tenido influencia de la música. Por ejemplo, Marco Bermúdez, el cantante ecuatoriano, ya tiene más de treinta años en Nueva York tocando en el ambiente latino, y ya está bien relacionado en el ambiente de la salsa y lo que es esta música. Igual Carlos Cascante, el cantante costarricense; Luisito Quintero, que es venezolano y es uno de los timbaleros más brillantes del mundo, empezó a los ocho años y a los quince ya estaba con Óscar de León.
No empezó la orquesta así porque ha habido varios cambios. Ése es el proceso para desarrollar una orquesta como la de hoy. Hay que ver el cambio, hay que buscar personas que no solamente sean excelentes músicos sino que estén en la agenda de la orquesta, en su concepto completamente. Yo estoy en eso, y si ellos no lo están, no tienen por qué estar aquí: que toquen por allá y que hagan lo que tengan que hacer, que hagan su propia orquesta. Pero la agenda que tenemos es la nuestra, con el concepto que yo tengo superclaro, y que se refleja en los discos y en la tarima.
Su carrera viene desde los años setenta…
Hay una generación nueva, completamente. Obviamente las dinámicas que existen hoy son muy diferentes a las que se veían en los años setenta. Nunca va a ser igual. En un sentido no es mejor porque en esos tiempos había tantas orquestas, tantos lugares donde uno podía tocar y se estaba desarrollando esta música de una manera rápida.
Ya cuarenta años. Empecé a los dieciséis años a tocar profesionalmente, y desde ese tiempo no he hecho dinero haciendo nada más. Es algo que fue para mí, que Dios me lo dio.
Son cosas que han pasado en mi vida y que no son coincidencias sino destino. En este momento en la orquesta es mi responsabilidad mantener el legado del que hablábamos y educar a la gente, a la juventud si se presta a aprender lo que es nuestra música, nuestra cultura y lo que es la riqueza de la música, especialmente al nivel que nosotros la hacemos.
En esta trayectoria de cuarenta años ¿cómo ha cambiado la salsa? A usted lo tocó compartir experiencias con alguien anterior a la salsa como Tito Puente. ¿Cómo ha cambiado la música latina en Nueva York?
Yo diría que hay una generación nueva, completamente. Obviamente las dinámicas que existen hoy son muy diferentes a las que se veían en los años setenta. Nunca va a ser igual. En un sentido no es mejor porque en esos tiempos había tantas orquestas, tantos lugares donde uno podía tocar y se estaba desarrollando esta música de una manera rápida pero muy linda a la vez.
SHO en vivo:
No está pasando así, pero hoy día también, en la parte positiva, se ha expandido la imagen de esta música mundialmente. Nosotros podemos decir que hemos ido a Rusia a tocar, y hemos tenido un público que sí nos conoce y que nos acepta. Igual fuimos a Australia, a Hong Kong o a Japón, donde hay un público que decía: “Guau, estas gentes son las mejores de esta música y los tenemos acá”.
Hay público, y hay latinos dondequiera hoy día: hay mexicanos, colombianos, peruanos, puertorriqueños, y siempre se encuentran añorando su cultura. Eso es parte de lo que ha pasado también porque el mundo se ha vuelto pequeño en un sentido.
¿Cuál ha sido la experiencia de la SHO al trabajar con músicos que vienen de otras tradiciones y géneros, como son los casos de Paul Simon y Chick Corea?
Es un aspecto muy lindo que gente tan importante como Paul Simon, que es uno de los músicos más importantes en la historia, diga “Sí, esta música me encanta”. Respecto a mí, yo trabajé con él y me debe el respeto que yo me merezco, me lo brinda bondadosamente. ¿Qué más orgullo para mí?
En el caso de Chick Corea, es uno de los pianistas más importantes de la historia del jazz y sigue como uno de los músicos más increíbles. Cuando él dice “Sí, me gustó la canción y quiero grabarla”, ¿qué te puedo decir? Es una maravilla tener músicos de esa talla que quieren ser parte de lo que uno está haciendo. Le dan una credibilidad y un caché increíble a quiénes somos nosotros. Yo estoy muy agradecido con esa gente por tomar su tiempo y juntarse con nosotros.
¿Cómo fue su colaboración con Rubén Blades? En YouTube vi un concierto de él con la SHO.
Rubén fue fácil porque es amigo mío. Trabajé con él durante trece años. Cuando él supo del éxito del primer disco yo le llamé y dijo: “Cómo no, vamos a hacer algo. ¿Qué números?” Y yo le dije que tenía tres temas planeados que serían perfectos para él, que eran “Bailadores”, que había cantado Cheo —que es uno de sus ídolos—, el número que cantó Justo Betancourt…
Una de las grandes influencias de Ray de la Paz.
Exacto. Entonces el número que cantó, que era de Ray de la Paz, es “Un gran día en el barrio”. Yo le dije: “Mira, tu número es de Ray, pero escúchalo porque para ti sería perfecto”. Cuando lo escuchó me dijo: “Guau, vamos a hacerlo”. Y él, con todo corazón, no me cobró ni un centavo. Son bendiciones que yo creo que trato de hacer bien las cosas y Dios me da una bendición más.
Estoy claro que son cosas lindas que le pasan a uno en la vida, y estoy eternamente agradecido. Rubén es mi hermano, lo amo.
Una de las ideas principales de la SHO es la salsa dura. ¿Cómo podemos definirla y qué la hace distinta a otros tipos de salsa?
Bueno, no es solamente la salsa dura. En el caso de nosotros tenemos una línea que hemos creado que es particular: obviamente es salsa dura pero que también va más allá. Creo que es un sonido sofisticado en cuestión de los arreglos porque el arreglo musical tiene que ver con los temas que hemos escogido en el nuevo disco, como “Canción”, de Pablo Milanés. La versión de la Sonora Ponceña es increíble, me encantó y me sirvió de inspiración, pero no tiene nada que ver con la nuestra, que es única.
Pues fue una idea de crear algo diferente. El nuevo disco viene bien, y te va a encantar. Ésa es la respuesta dondequiera que voy. Está tan bueno como los otros.
¿Cómo han escogido los clásicos que interpretan en sus discos? Hay muchos: por ejemplo, desde el “Mama güela” de Tito Rodríguez del primer disco, hasta “Canción”, de Pablo Milanés en el último disco, pasando por canciones bravas como “Llegó la banda”, de Colón/Lavoe, hasta boleros.
No es nada complicado: solamente se me ocurre un número que me encanta y digo: “Coño, sí, es el número. Vamos a hacerlo”. Así, no que yo lo esté pensando. De vez en cuando tengo una decisión que digo: “Mmmhh, estoy seguro de ese tema”, y le doy vuelta y por fin tomo una decisión. Pero generalmente, en el caso éste yo pensé en el tema de Milanés, que siempre me gustó, y ya tenía el concepto diferente que tenía en la mente para ese tema. Y así fue como lo hicimos. Dije: “Guau, increíble, quedó espectacular”. En este caso lo canta Ray.
Aparte de que hemos nacido y sido criados en Nueva York, tenemos esa influencia también, que es parte de lo que hace de la orquesta única, para decirte la verdad. Me siento bendecido de que ahora es mi tiempo; no lo digo con algún ego sino solamente que es con mucho amor, haciendo las cosas con mucha positividad, y consciente de que soy bendito y acepto la música como me sale del corazón.
El número de Chick Corea fue otra cosa: desde el principio tenía la idea de grabar un tema americano que fuera clásico, y se me ocurrió esa canción. Comencé a cantar, a ponerle la clave y a desarrollarlo: quedó perfecto. En este caso destacó a Ray, para quien, al igual que yo, el primer idioma es el inglés. Canta tan bien en inglés como en español.
Siempre quise grabar un tema así, y no es mala idea porque la imagen de la orquesta va a todo el mundo, por lo que va a haber gente que sí va a apreciar que hemos hecho un número en inglés que se presta al latin jazz, que es parte de lo que hacemos también.
Nosotros hemos destacado en los mejores escenarios de jazz: en el Blue Note de Nueva York, en el North Sea Jazz Festival de Holanda, en el Pori Jazz Festival en Finlandia, en el JVC Festival en Nueva York, el Newport Jazz Festival en Road Island, etcétera. La orquesta ha tocado en todos esos lugares, y eso es parte de quiénes somos.
Aparte de que hemos nacido y sido criados en Nueva York, tenemos esa influencia también, que es parte de lo que hace de la orquesta única, para decirte la verdad. Me siento bendecido de que ahora es mi tiempo; no lo digo con algún ego sino solamente que es con mucho amor, haciendo las cosas con mucha positividad, y consciente de que soy bendito y acepto la música como me sale del corazón. Y que tenga éxito es lo máximo.
Sobre sus colaboraciones con otros músicos de otras tradiciones: ¿qué hay de su trabajo con músicos africanos? Hablo, por ejemplo, de Africando y Ricardo Lemvo.
Ricardo llegó a Nueva York y su pianista no pudo llegar porque tuvo un problema con su visa en Toronto. Me llamó: “Tengo una gira en Nueva York”. Él no tiene notas musicales y tuve que tocar el concierto de oído. Gracias a Dios, la música no era tan complicada, la pasamos bien y nos hicimos amigos.
Concierto de SHO en el Cenart. Foto © Raúl Campos.
Concierto de SHO en el Cenart. Foto © Raúl Campos.
En el caso de Africando, yo grabé los primeros discos de ellos. Ahora me hablaron para su nuevo disco y escribí un tema para ellos que se llama “África es”. Fue mi homenaje a ellos, y me quedó espectacular, la verdad.
Ellos me preguntaron si quería hacer un tema, y les dije “Está bien”. Me senté y lo grabamos en esa misma semana. Se los envié y quedaron muy contentos. Fui a París a grabar el disco con ellos.
Es otra cosa linda poder compartir música con gente de otra parte del mundo.
Usted también ha trabajado en obras de teatro musical como ¿Quién mató a Héctor Lavoe? y La Lupe. ¿Cómo fueron esas experiencias?
Yo empecé con The Capeman, con Paul Simon, donde conseguí mi doctorado en obras teatrales musicales. Yo no pensaba hacerlo, pero me tiraron al fuego y yo pude trabajar en eso.
A través de The Capeman me llamó un amigo mío que se llama David Maldonado, que estaba produciendo lo de Héctor Lavoe, y fue un exitazo. Si la trajeran a México lo sería también. Fue una obra que tenía todo: drama, risa y música, que era muy buena porque era la de él.
Teníamos cinco músicos nada más y la protagonizaba Domingo Quiñones. Fue un éxito dos años corridos en Nueva York, en un teatro pequeño. Fue algo de lo que me siento muy orgulloso porque hay tanta gente que tiene recuerdos lindos de lo que era esa obra.
Hay obras teatrales que a veces no funcionan, pero esa obra funcionó en todo.
Para La Lupe también me llamaron como arreglista y como supervisor de la música. Yo puse la música de ella, que ya yo conocía porque me crié sus canciones, las que escuchaba en la radio todos los días. Además, muy joven toqué con La Lupe en varios momentos. Conocía su música y era fácil para mí hacerla. Fue otro éxito.
Ahora estoy trabajando en una obra teatral con Gloria Estefan, un proyecto nuevo en Nueva York.
¿Cómo ve el futuro de la salsa, de esta tradición que ustedes defienden?
Esa música siempre va a existir aunque hay generaciones nuevas que tienen su propia música. Creo que la salsa siempre va a existir porque es una música tan rica y tan buena que siempre va a haber gente que va a querer cantarla y bailarla. Pero va a ser diferente en muchos aspectos, lo que yo veo muy positivo.
Creo que siguiendo pa’lante la cosa seguirá creciendo de otra manera. Espero que nosotros seamos parte de eso, que la gente reconozca quiénes son los líderes, quiénes son los que sí dejan la línea en alto, que ponen la vara alta para que el mundo siga. Eso somos nosotros. El simple hecho de que lo he estado haciendo durante tantos años con tanta gente buena no me deja otra que seguirlo haciendo de esta manera.
Le pido a Dios que esto se ponga mejor, y que yo pueda seguir dándole de comer a mis músicos y a nuestra familia con lo que nosotros amamos. ®

1 comentario:

  1. *Texto que me envió a mi blog literario en facebook, Ariel Ruiz Mondragón. ¡¡¡Gracias, Ariel!!!

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