Las mañanas son densas,
sombrías,
retardanzas de ayer;
fríos amaneceres
oscuros,
lóbregos;
como un paso de danza
malaprehendido
mal representado
nunca conseguido.
Pese a todo las mañanas
son deseadas,
esperadas con temblor
en los ojos y en la esperanza.
Nunca más a la noche:
dicta la mañana
cuando aparece en el horizonte
y clama al desierto de lo no sucedido.
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