viernes, 5 de abril de 2013

PNEUMA


Pneuma...



Foto de Bill Viola: Pneuma.

El término espíritu traduce al griego pneuma’ y al hebreo ‘ruaj’Es una traducción que en la actualidad debemos considerar, sin embargo, parcial, ya que 'pneuma’ y 'ruaj’ambos, en la antigüedad significabana la vez que espíritu, literalmente, aireel simple y común aire de la naturaleza. Del pneuma’ griego proviene, por ejemplo, algo tan alejado de cualquier forma de espiritualidad como es la palabra neumático. Aire y espíritu son conceptos muy diferentes para nosotros, radicalmente diferentes debemos decir, en nuestras lenguas modernas, pero curiosamente eran intercambiables en los antiguos griego y hebreo. Lo que ahora es una marcadadoble acepción era en su origen una identidad completa de ambos conceptos.
Algunos autores afirman que estas dos acepciones vinieron a determinar, incluso, en la tradición, dos grandes formas de teología: la que, en cuanto al Espíritu Santo, resalta más el aspecto aire, y la que resalta el aspecto, más moderno, de espíritu tal como lo entendemos ahora.Estas teologías coincidirían, a grandes rasgos, con la judía y la cristiana, respectivamente. En las lenguas semitas, ‘ruaj’ se refería, efectivamente, al conjunto de experiencias del hombre con elaire y el espacio aéreo... En la Biblia, se relaciona el término diferencialmente con Dios, y esto le da un significado de “espiritual” en el sentido moderno: viene a ser no tanto ‘el aire en sí de la naturaleza’ sino el aliento divino como medio de la acción de Dios’.
Del 'pneuma’ proviene la 'pneumatología’, una disciplina poco conocida que estudia, literalmente, los fenómenos del 'pneuma’, o la influencia de los seres aéreos intangibles en las personas. En el contexto religioso se concreta, naturalmente, como la parte de la teología que estudia los seres y fenómenos espirituales, especialmente las acciones de Dios, en relación con los humanos, por el Espíritu Santo.

Otro término es el hebreo ‘néfesch’, que, además del sentido de alma actual, significaba algo parecido a cuellogarganta'aquello que respira’... 'Néfesch’ proviene de una raíz que significaba respirar, y en un sentido literal se puede traducir como ‘el ser que respira’. En todos los seres animados (en todos los animales incluido el hombre) hay respiración, vida, alma (‘néfesch’). A veces la palabra ‘néfesch’ se utilizaba también para expresar el deseo del individuo, lo que le lleva y empuja a conseguir sus metas: lo que nosotros llamamos no ya alma sino ánimo omotivación.
Del hebreo también se ha de señalar que el término ‘basar’, que nosotros traduciríamos como cuerpo o carne, es un concepto que en realidad no se contraponía al de alma o espíritu, a diferencia de lo que podamos pensar modernamente. Una traducción aceptable de ‘basar’ sería ‘mi persona’ e incluye aquello de mí que es empírico, que se puede tocar y experimentar, que tiene aspectos de materialidad y sensibilidad, pero que no se reduce a la simple carne del cuerpo inerte, sino que mantiene siempre el sentido global de ‘mi persona’. 'Basar' no alude a la carne o lamateria frente al espíritu ('ruaj') o el alma ('néfesch'). Todo estos términos hebreos por igual se refieren originariamente a ‘mi ser’. Del mismo modo que los términos para alma y espíritu tienen una acepción, digamos, material (airerespiración), el término para referirse al cuerpo enuncia, a su vez, el ser completo de la persona.
La palabra griega ‘psyché’, que traducimos como alma o mente, también significaba originariamente aire o aliento. Comparte esta (doble) acepción con las ‘ruaj’‘pneuma’ y ‘néfesch’que hemos visto. El verbo griego ‘psychein’, significaba soplar. A partir de este verbo se forma el sustantivo ‘psyché’, que alude al soplohálito o aliento de la respiración, que exhala definitivamente al morir el ser humano. Cuando la ‘psyché’ se escapa finalmente del cuerpo cadáver, pervive y lleva una existencia completamente autónoma de éste: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o ‘eidolon’ del difunto, que generalmente iba a parar al Hades, donde pervivía de manera sombría y fantasmal. Según cuenta muchas veces Homero, la ‘psyché’ sale volando de la boca del que muere como si fuera una mariposa (mariposa en griego también se llama ‘psyché’). La ‘psyché’, pues, es el aire o aliento, y tiene a la vez, claro está, el sentido de alma o mente que ha mantenido hasta la actualidad y que ha dado las palabras psiquismopsiquiatríapsicología...

El latín ‘spiritus’, además de referirse a lo que entendemos por espíritu, también significaba (¡como no!) aire o ‘el aire de la respiración’ o aliento, invariablemente como los vocablos griegos y hebreos que hemos visto. ‘Spiritus’ constituye la raíz de palabras relacionadas con ambas acepciones modernas como son espiritualidadrespirarinspirarexpirar.
Tampoco escapa de la norma la etimología latina de ánima o alma. En efecto, ‘Anemos’, además del sentido de alma, significa (por no variar) alientosoploviento. De ahí, por ejemplo, la palabra anemómetro, que se refiere al aparato que sirve para medir la intensidad del viento. El‘anemos’ latín, como el espíritu, es el soplo de la vida, la base de la vida, porque el aliento de la respiración es la prueba de que uno está vivo, común a animales y personas.
El alma o ‘anemos’, a diferencia del espíritu, sin embargo, estaría delimitada de alguna manera al individuo, sería mucho más personalizada que el espíritu. El alma viene a ser una porción del espíritu, aquella que afecta a un individuo en particular y que genera, en concreto, sus pasiones y sus sentimientos personales, específicos de su persona. Esta es la acepción que comúnmente captamos del término alma. Y, como en hebreo, el ‘anemos’ también es el ánimo (en masculino), esto es, el empuje emocional, el coraje, la motivación... El ‘anemos’ es lo que provoca un ‘movimiento interno’ en el individuo (ánimo-emoción), a la vez que lo mueve e impulsa a hacer unas acciones concretas (ánimo-motivación).
No hace falta decir que animal, es evidente, comparte la raíz con ánima. Casi es redundante afirmar que todo lo que se mueve es animado, es decir, tiene alma, en referencia a las personas y también a los animales. Pero es que el estado de ánimo, por decirlo de alguna manera, es animado en sí mismo, como lo es la motivación y también el pensamiento: continuamente se "mueven", tienen "alma" (en realidad son alma literalmente), varían de continuo como el aire o el viento (la psique completa lo hace). Es decir, el estado de ánimo, la motivación, el pensamiento... son ‘anemos’‘psique’‘ruaj’‘néfesch’‘pneuma’ en el sentido clásico radical.

Otras lenguas y tradiciones igualmente mantienen la estrecha relación entre las energías variables del aire y las del alma: el aire actúa, de alguna manera, como un reservorio fluctuante de las energías que afectan al comportamiento y al alma de las personas. El árabe ‘ruh’ bien igual tiene el sentido de espíritu o alma a la vez que el de viento o aire. De manera similar, la noción hindú de ‘prana’, que significa aliento, en sánscrito se refiere a ‘las energías transportadas por el aire’. Se describe el ‘prana’ en los upanishads como un principio físico que impregna todas las formas de vida, que es mantenedor de la vida del cuerpo y es también, a la vez, el origen del variable pensamiento. Se manifiesta principalmente a través de la respiración y el aliento (aunque también por la sangre y otros fluidos).
La palabra hindú para el alma, ‘atman’, nuevamente significa aliento en sánscrito. En el pensamiento hindú, el ‘atman’ originariamente era el ‘aliento vital’ o ‘principio de vida’ de los seres vivos. Más tarde, por un lado, toma el sentido moderno más occidental de ‘realidad interior’ o ‘yo íntimo’, pero por el otro lado, sobre todo a partir de los upanishads, el ‘atman’ se identifica cada vez más con el ‘brahman’, lo absoluto que penetra y rodea todos los seres.

Siendo el viento invisible y los humanos sólo sensibles pero no conocedores activos de las variables manifestaciones aéreas, las cuales son del todo ajenas a nuestra voluntad, resulta francamente fácil concebir el viento como una manifestación de algo parecido a un espíritu o un alma, de una entidad u otra de carácter sobrenatural, e incluso de Dios. No ha de resultar extraño, pues, que a la palabra alma, además de a la divinidad, también la asociemos a algo relacionado con ‘fantasmas’ (y no digamos ya la palabra espíritu). En la tradición popular de las historias de miedo y en el cine de terror las almas, o las ánimas, o los ‘fantasmas’, o los espíritus, se manifiestan como un viento que corre por la casa: se abren las ventanas, se mueven las cortinas, el protagonista siendo un escalofrío… movimientos todos ellos que están fuera del control de la persona, tanto los exteriores del aire circundante, como los espirituales y los anímicos interiores.
Pero lo realmente importante, aparte de estos vestigios populares, es el hecho de que las tradiciones griega, judía, cristiana, romana, árabe, hinduista, budista (y alguna otra que no hemos mencionado como la órfica), en definitiva, compartieron en sus orígenes una visión común, o muy similar, de la mente, el alma y el espíritu como soploaliento y aire, y que es evidente que la filosofía y la teología no han podido, sabido o querido asimilar. De ella sólo queda, casi, una mención velada en los umbrales de la historia.
 Pneuma, psyché, ruaj, néfesch, spiritus, anemos, ruh, prana, atman... ¿Quién puede ignorar una evidencia tan abrumadora y engañarse y pensar que tanta coincidencia obedece a alguna forma de casualidad?

Foto de CoreBurn.

Quiero agradecer a Antoni Janer y a Tomeu Prohens sus valiosos comentarios y aportaciones etimológicas.

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