LAS IGUANAS YA NO ME TURBABAN
Las iguanas ya no me turbaban:
Pensaba en su cola
y en mi cuello
y en la muerte.
Pero una de ellas me sonreía.
—los gringos seguramente pensaban en una selva
(pero era sólo un parque)—
Ya no sé cómo tragarme el llanto
y corrí
mientras la iguana estaba intacta
y el dolor, aquí
en la mitad del parque
cuando la iguana por primera vez
no quiso lanzar su cola.
Y corrí
y el dolor, aquí
arde todo el espacio del humo
y la sonrisa de la iguana
pero duele
esa fotografía de los gringos
y su ropa histriónica…
Debe ser
eso, que arde
virutas
en esa foto
y en la sonrisa
debe ser
que todas mis partes
ese día se perdieron
en ese parque.
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