domingo, 21 de abril de 2013

IRRADIADOR Y LA LUZ DEL ESTRIDENTISMO, Evodio Escalante

y la luz del estridentismo
Evodio Escalante
ista por el lado serio,Irradiador (tres números: septiembre, octubre y noviembre de 1923) es al mismo tiempo una revista de vanguardia y unproyector internacional de nueva estética que presume, si hacemos caso a pertinente cintillo, que “quitará el sueño a los reaccionarios y afirmará las inquietudes de la hora presente”. El elemento de la chacota y el sarcasmo, calcado en mucho del “Manifiesto vertical” del ultraísta Guillermo de Torre, está en la “Irradiación inaugural” y en el caligrama que se presume escribió Diego Rivera con el que se engalana el primer número. Mientras que el caligrama informa que la estridentina resulta ser el “específico infalible contra la pesadez cerebral infecciosa y la miopía espiritual aguda”, y agrega que el Irradiador estridencial habría que utilizarlo para combatir ni más ni menos que a “la momiasnocracia nacional”; el editorial lleva la provocación al extremo: declara imbéciles a los lectores de la revista: “Voronoff reclama glándulas de mono y el estridentismo ha inventado la eternidad. Pero Ud. no entiende una palabra.”







Tontería y enfermedad van juntas y hasta se confunden: “El Ideal supremo para Ud. es alumbrarse con velas de estearina. Ud. es un enfermo.”
La medicina: el doctor Inverosímil, no es sino la máscara con la que avanza sobre el tinglado del México post-revolucionario esa sorprendente dupla formada por Manuel Maples Arce y Fermín Revueltas. La poesía y las artes plásticas, juntas por fin, para dejar claro que la vanguardia tendrá que ser aglomerante, o no será. Poetas, escultores, músicos, pintores, fotógrafos, grabadores se juntan para dar juntos un alarido de guerra contra el conservadurismo. Las cosas ya nunca volverán a ser lo que fueron.
El “rescate” de Irradiador, posible gracias a los herederos del poeta estridentista y médico militar Salvador Gallardo (1893-1981), permite comprobar la consolidación del estridentismo como vanguardia multi-artística que no hace una sola concesión alstablishment cultural del momento. Las portadas son de Diego Rivera, Fermín Revueltas y el fotógrafo Edward Weston. Al lado de varios grabados de Jean Charlot, uno de Leopoldo Méndez, la reproducción fotográfica de una escultura de Guillermo Ruiz y una caricatura de Tablada a cargo de Hugo Tilghman, la revista despliega una cornucopia con poemas de Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Luis F. Mena, Humberto Rivas (ultraísta español), Jorge Luis Borges, Gaston Dinner (directamente importado de Suiza), José Juan Tablada (exiliado en Nueva York) y el diplomático Kyn Taniya; a lo que habría que añadir novedosos poemas visuales y pentagramáticos del Abate González de Mendoza (bajo el seudónimo de Gonzalo Deza Méndez) y de Polo-As (pseudónimo de Pedro Echeverría).
Los ensayos son multicolores. Destaca para mi gusto “El estridentismo y la teoría abstraccionista”, enjundiosa declaración de guerra a cargo de Arqueles Vela en su papel ya no sólo de divulgador sino de teórico del estridentismo. Pero igual habría que destacar la monografía de Ricardo Gómez Robelo acerca de las pirámides pre-hispánicas (con toques de pitagorismo) y el ensayo acerca de la sinestesia del psiquiatra y poeta francés Emile Malespine, director de la revista de vanguardiaManomètre.
Extraña conjunción de astros. 1923 parece ser un año crucial en la vida cultural y política de México. Es el año en que inician sus transmisiones las primeras estaciones de radio que hay en el país. Maples Arce resulta señalado para leer en la emisión inaugural lo que Rubén Gallo (en su libro Mexican Modernity. The Avant-Garde and the Technological Revolution. Cambridge, The mit Press, 2005) llama un “poema radiofónico” titulado “tsh” (Telegrafía Sin Hilos). Con ello pasa a la historia por ser el primer texto literario que adquiere este privilegio. Por cierto, una de las estaciones ha sido creada por la compañía de cigarros El Buen Tono, que coincidentemente se anuncia en la cuarta de forros de Irradiador en lo que bien podrían ser los anuncios más audaces desde el punto de vista plástico que se han hecho entre nosotros, al menos uno de ellos debido al ingenio cubista-futurista de Fermín Revueltas. El otro hecho notable son los Tratados de Bucareli y el consecuente reconocimiento del gobierno del general Obregón por parte de Estados Unidos. Ese reconocimiento indica la consolidación histórica del nuevo régimen revolucionario.
El otro acontecimiento cultural, que hasta ahora nos era desconocido debido a que no se localizaban los ejemplares de la revista, lo constituye sin duda la publicación de Irradiador, que es, a pesar de su muy efímera existencia, la revista más radical y más desafiante, al menos en el plano artístico, que se publicó en el siglo XX mexicano. Mi amigo el académico Maarten van Delden me decía que el diseño de la revista le recordaba Blast (Estallido) que publicaron en Inglaterra los vorticistas, publicación por cierto igualmente efímera, con sólo dos números entre 1914 y 1915.
El signo de Irradiador es el estallido, la onda expansiva de un movimiento que cambió para siempre el rostro de la cultura en México. Se supone, incluso, que esta onda expansiva llegó a Guatemala, donde David Vela (hermano de Arqueles) y Miguel Ángel Asturias publicarían su propia revista de avanzada. Así lo anuncia el núm. 1 de Irradiador: “Etc. Revista de vanguardia. Directores: David Vela y Miguel Ángel Asturias. No deje Ud. de leerla si desea conocer el movimiento estridentista en Centro América. Red. y ad: 7ª. Av. Norte 59. Guatemala,C.A.” Quizás exagerando la nota, basándose en este anuncio, Stephan Baciu ha escrito que tendríamos que leer El señor presidente como una novela estridentista.
También se anuncia en Irradiador la primera estación de radio: “T.S.H. Estación transmisora de El Universal Ilustrado y La Casa del Radio. Martes y viernes conciertos. Artistas mundiales. Los mejores programas. Av. Juárez 62. México. D.F.
Tan se afirma el movimiento encabezado por Maples Arce, que igualmente anuncian la próxima aparición de Esquina, libro de poemas de Germán List Arzubide “con el que se inician las Ediciones del Movimiento Estridentista”. El espaldarazo de los consagrados, por si no bastaran las colaboraciones de Diego Rivera, corre a cargo de José Juan Tablada. La publicación del poema “Supradimensional” en el tercer número de la revista indica una deferencia especial del poeta hacia el estridentismo, al que en todo momento manifestó simpatía. Este poema, por cierto, sólo ahora puede conocerse íntegro, pues en la versión que aporta el fallecido Héctor Valdés para el tomo de las poesías completas éste presenta algunas fallas motivadas por la oscura grafía del autor (Valdés se vio obligado a transcribirlo de uno de los diarios personales de JJT). Ahí mismo se anuncia que Tablada prepara en Nueva York sus próximo libro de poemas que se llamará Intersecciones, que por cierto nunca llegará a aparecer. Entre las novedades bibliográficas que registra el núm. 3 deIrradiador es obligado mencionar Cómo piensa la plebe, del poeta comunista Carlos Gutiérrez Cruz, un libro de Vargas Rea: Juárez-Indio, traicionó a los indios y el vertiginoso relato vanguardista La Malhora, de Mariano Azuela, que habría publicado la editorial Variedades en Guadalajara, Jalisco. Que Azuela, ayuno entonces de reconocimiento, decidiera ensayar la prosa experimental de vanguardia es un hecho notable que corrobora si se quiere de un modo oblicuo la consolidación de los estridentistas en la escena literaria de la época.

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